NO PRETENDO IMITAR AL
VIENTO.
*
No pretendo imitar al
viento,
ni siquiera a la luz del
alba.
Pero me gustaría seguir los
pasos
de poetas y sus hazañas.
Y acariciar su nieve blanca
enredada entre nubes de
palabras,
como palomas cansadas
y emitar el silencio de su
hermosura.
Y escuchar el grito del
ruiseñor
en los prados y montañas.
Grito mágico del viento que,
ya flotan
acariciado por las manos
de los páramos rojos de
amapolas;
cuando llega el amazónico
follaje del estío
o el estruendo salado de la olas.
Cuando la mirada del viento va besando,
todas las esquilas de las
rosas,
y se deja ver el beso de la
madre
al despertar de tantas flores
durmientes
más allá de las ensenadas
del alba.
cómo unas manos tan
agrestes
pueden cincelar las
esfinges del viento
y acariciar la bruma de los
mares,
con el estridente aullido
del corazón
cuando abraza las estrellas,
con la mirada del sueño
despiertos, y arrancados
del amor.
Cómo pudo haber nacido
de una agreste piedra enegrecida
tanto esplendor y hermosura
y ser testigo de la noche
enamorada de si misma.
De la brisa del alba y
hasta del viento
cosmopolita en el
plenilunio.
Fue una noche repleta de suspiros;
ahogándome en el polvo del camino.
Sobre mis manos, una
estatua tallada
y deshecha por el paso de
los tiempos
que hasta el arrogante Febo
la pisaba.
¡Hay
viento de alba¡ y de estío sin palabras,
cómo me gustaría abrazarte
con el alma
sin la tibia garra errante
del deshielo,
y entrar en aquellos
corazones, ya deshechos.
Los mezclaría en las fibras
de mi carne,
aunque que siguiesen heladme
hasta el pecho.
ese que me hirió con el
polvo de camino
y que pisaron los pies de
las estrellas.
Esas que un día fuero las
sonrisas de labios
Dejadme navegar con ellas
y seguir sus pasos con el
viento,
que arrulla los cipreses
del silencio,
en las entrañas de un frío
amanecer.
Y después, dormir, dormir en él, desierto
junto a las nubes de las
estrellas blancas,
que aún anidan en este
corazón roto,
aunque sostenido por los
brazos invisibles
y con el fragor de las más
tiernas miradas
de aquellas que se
separaron de mí
aunque sé, que no se fueron para siempre,
ya que un algo, invisible, me dice, no dejes soñar.
*