miércoles, 24 de octubre de 2012

EL ANGEL DE LOS POETAS.

 
Ese ángel que tienen los poetas
me imagino que será, como un rayo de fuego                     
que culmina en su alma como un juego
y que abren del cielo, las ventanas y las puertas.

A la grupa de las ninfas y fantasías
voy saltando las vallas de lo incierto.
Convirtiendo en realidades las poesías
que ha naciso en mi obtuso pensamiento.

Se salpican de nieve las colinas verdes,
donde anida la luz de las campanas
que despiertan mi sueño  cuando duerme
la montaña supuestas de  locuras,
que siempre son capaces de trasladar
dichos sueños a los pechos de criaturas.
Sueños que una vez fueron paridos
y llenaron a tantos seres de corduras.
              
Entonces es cuando sí, comprendo
que el ángel que  inspira a los poetas
fue alguna vez escritor o algún Aedo,
Deidades o bandas de filomelas
o quizá del cielo alguna tañido,
capaz de abrir de par en par, sus puertas,
                        
para que entrara y saliera
la luz con su claridad,
del amarantos, azucenas,
los mares, cielos, la tierra
y toda clase animal.

El poeta, hace alfombras
con pétalos de ambrosía
para con ellas volar
enredado en fantasía,
de amor que nace al llorar,    
entre las noches y el  día.
Y de su sueño se niega a despertar,
el que  sumerge en odas y elegías
sacando de la tierra y la mar,
su belleza y las convierte en poesías.

El poeta es humilde,
carece de vanidad,
él, reparte y nunca pide
y lo que su diestra da,
procura que se le olvide.

Tan  sólo piensa en crear,
                                 o mejor dicho sería.
El sólo intenta engendrar
realidades con poesía,
con sueños sin despertar,
para que alguien un día
bien le puedan recordar,
comol sombra o luz que guía
cual al peregrino al andar.

lunes, 15 de octubre de 2012

UN JURAMENTO DE FUEGO


       Un juramento de fuego
       se pronunció con tu voz.
       Lo que empezó siendo un juego
       terminó en maldición.

       No hace falta subir al cielo 
       para hallar el remanso de la gloria.
       Sólo con el pensamiento
       del interior del alma,
       se puede navegar en los brazos
       de tu pecho
       y como un navío bergantín sin rumbo
       que va a una estrella fugaz,
       derramando con estelas
       las luces del más allá.

        A donde anidan las sombras
       de los recuerdos,
       al amparo de los cuchillos de la noche
       que se dejan acariciar
       por los labios de la muerte,
       en las espadañas de los secretos
       dormidos y con juramentos.

       Más allá está el pórtico de la gloria.
       En ti, se engendraron serafines,
       sólo con el suspiro de un cautivo viento
       de las flores, desconocidas del silencio
       que galopan a la grupa de garañones
       que nacieron al amparo de tu mirada
       de fuego,
       capaces de prender con él
      las montañas de mi pecho,
       cautivo de tu encanto.
       Yo tan sólo soy, el errante mendigo
       de tus aguas incoloras,
       esas que apenas llegan
       a los labios sedientos
       del que muere de ansiedad
       por acariciar tu pelo.
                      *