sábado, 25 de abril de 2009

LAS PUNZADAS DEL SILENCIO

Punzadas del silencio en la oscuridad.
Gritos de sombras de cualquier amanecer
y lágrimas del cielo, que bañan la soledad
del espacio comprimido de mi ser,

para no llegar jamás a parte alguna
de la mansión oculta de mi cielo,
ni al silencio parido en la laguna
donde duerme algún corazón de hielo.

Sin una gota, lúcida de esperanza
que acalle el silencio de la nada.
Me basta la oscuridad y la añoranza
para entretener mi alma traspasada,

con el garfios opolístico cual pinceles
que dibujaban los ojos de una cara,
como hojas amarillas de claveles
que quedaron en mi frente tatuadas.

Y la luna traspasaba la mirada
del silencio. Del silencio que no calla.
Pido que le rompan los brazos al silencio
con fusiles y casquetes de metralla.

Cómo quisiera partirle en dos mitad
y hundir su grito en las cascadas
y poderle decir a la humanidad
que esos gritos son los ecos de mi alma.

¿Dónde están los vientos que azotaron
las cenizas que quedaron apagadas?
¿No hay nada en las noches que escuchar?
Apenas si su aullido y las miradas.

En múltiples, astros del firmamento,
se escuchan las lágrimas de la estrellas
que rugen en el silencio como el viento
cual danzarines en orgías de doncellas.

Se oyen en florales y campiñas desoladas
y en los dientes de la noche al despertar
las murallas sin fronteras de una amada
que se ahogan en el silencio sepulcral.

Llamar, llamar al silencio que no calla
y llevarles a los ríos y cañadas
y pedirle de mi parte que se valla
a esconderse en las sombras de la nada.

Ronquidos del silencio que es el llanto.
Llanto desesperado en las alturas.
No hay puertas para él en el camposanto
y se adentra sin pudor en las sepulturas.

Se le encuentra en los campos de batallas.
En muladares, sustento de criaturas,
mientras tantos, se cubren de medallas.
El silencio se extiende en amarguras.

¿Es qué no hay nadie qué diga, calla
al silencio sin cuerpo ni figura?
Yo sé, que no tiene cara
pero es sombra opaca de amargura.

Cuando brama el silencio en la cascada
o se extiende en la yerta sepultura,
se convierte en el filo de una espada
que traspasa el corazón con desmesura.

Soy un alma en el silencio, ya quemada.
De la soledad, tan sólo un peregrino
que camina en los brazos de la nada,
como hojas en un viento sin destino.

Es como si fuese, un alma errante
que cabalga en sendero negativo
y mi sombra es del viejo caminante
que sonríe al silencio sin motivo,

porque éste no escucha el lamento,
y sus fauces devoran hasta el alma.
Nadie puede escucharle en el desierto,
pero en cambio yo siento que me llama.

El silencio, hay, el silencio fue mi amigo
y comparte mis recuerdos con bondad,
aunque a veces, sus gritos los maldigo
cuando interrumpe mi paz en la soledad.

Y en la zaragata del delirio al volar,
desfilan como hormigas los recuerdos.
Y me responde el silencio sin cesar:
-¿Estás loco y pretendes ser un cuerdo?

Siento sus garfios en la densa soledad.
Siento su voz en el bramar de las olas
y cuando llega la fría oscuridad
me consuela sólo con decirme ¡Hola!

Hay veces que se asoma al desconsuelo
y me pregunta dulcemente –¿Por qué lloras?
Entonces me arrodillo y miro al cielo
y le respondo:
–Voy buscar el olvido de Pandora

y entonces es cuando llega
el mayor consuelo de su voz:
–Deja pasar las horas
y no temas al reloj.
Y si quieres llorar, ¡Llora!
pero no tengas dolor.
Porque tu esposa. ¡Tu Lola!
está en tu corazón:
Y repite el silencio ¡Hola!
porque en mis gritos está Dios.

miércoles, 22 de abril de 2009

SI YO PUDIESE LOGRAR

Me gustaría alcanzar
el más absoluto perdón.
Llegaría hacer, mi paz
toda, fragancia de amor.

¿Por qué se paró el reloj
cuándo apenas empezó andar?
Veo del Febo el resplandor
y la misma hora dad.
Se ha parado la tierra,
y no anda la humanidad.

Se partió el eje del orbe
¿Quien lo podrá reparar?
Los montes están varados
en las arenas del mar.
Las aguas se están quemando
y el viento ¿A dónde está?

El garfio punzante
de la Luna clara
y el sol brillante
se esconde tras de su cara.

Las nubes en batallones
desfilan como guerreros
y el iris sin escaleras
va a pernoctar en los cielos;
cabalgando sin espuelas
a la grupa de luceros.

Se asfixia el agua del mar.
El glaucos se deteriora
en la gran profundidad
y las aves todas lloran
por no encontrar densidad,
ni el color de la amapola.

Las sombras galopan como un felino,
clavando los dientes afilados de su boca,
en las garras hundidas del camino
que retuercen a las yedras en la roca.

La luna se abraza al sol
como el rocío en la noche
en el cáliz de la flor
y no encuentra en ningún sitio
un ápice de calor;
porque se ha secado el viento
y ya no andaba el reloj,
ni se movía la tierra
ni el coral tenia color.

Todos gritamos a Dios,
para que el orbe volviera
a girar alrededor
de la suntuosa esfera
y que volviera el reloj
a la fértil paramera
aunque acuestas del dolor
que antes de pararse hubiera.

Y entonces, Dios nos plantó
sobre la faz de la tierra
un pedazo de su amor,
con semilla nueva y bella
y al hombre le coronó
con poder sobre las fieras.

Crecieron sueños en ellas
e ilusión en el corazón.
Crecían cosas tan bellas
que el hombre le dijo a Dios.
–Déjame mirar aquellas
que un día quemó el reloj.

Volvieron las golondrinas,
La luna y la luz del sol.
Volvieron cosas tan finas
que al hombre se le olvidó
cuando un día en una esquina
se le parara el reloj.

¡Claro qué se le olvidó
el color de la escalera
que le llevaría hasta Dios!
Y reincidió en la primera
cuando tuvo la ocasión.

Creció cizañas en aquellas
la envidia y la sinrazón.
Sin ver que habían estrellas
de fragante luz y calor,
y mucho más, allá de ellas
él no vimos que estaba Dios,

en un jardín de doncellas
que un día ya fueron flor.
Hoy le contemplamos ellas,
lo mismo que el labrador
plantaría la semilla
con el fuego de su amor.

Por ser hombre sufro y lloro.
al hacer con mi razón
"Otro becerro de oro"
dentro de mi corazón...

martes, 21 de abril de 2009

UN DESTELLO EVANGELICO

El siguiente poema está en
el libro El Grito del Silencio.

UN DESTELLO EVANGELICO.
*
Quise encontrar en el viento
y entre las olas del mar
a Dios con mi pensamiento,
y tan sólo pude hallar
el tronar del elemento,
y Dios no estaba de tras.

¡Y entonces dije: ¡en el fuego
tal vez le pueda encontrar!
¡que amargor que sentí luego
por no saberle buscar!
Compredí que estaba ciego.
¡Ciego sin saber mirar!

Dios se acuna el alma
de trasparente cristal
y siempre que alguien le llama
se deja acariciar,
como el jazmín o una dama
sin buscar la vanidad.

Porque dios esta en las flore,
en el rocío, el coral,
está en los corazones
de los hombres,
fundido como el metal,
fomentando sus valores
con el dulzor del panal.

Yo sé que está en las estrellas
y en los ojos de mujer,
y entre las cosas más bellas,
también en el amanecer.
¡Yo fui contemplando aquellas
y empece a comprender!

Desde entonces yo, a los vientos,
como vientos los miré,
y a todos los elementos
y jamás a Dios busque,
porque Dios estaba dentro,
dentro de mi propio ser.