miércoles, 22 de enero de 2020

2ª PARTE. DE LOS ARAÑAZOS DEL ALMA.


Aún no he podido saber
si fuiste un fantasma o un sueño
o en realidad una mujer.
Si lo eres, yo quisiera despertar
para arrojarme a tus pies
a implorarte caridad
y que me dieras de beber
agua de tu manantial,
para que calme la sed,

cual las rosas o amapolas
que se dejan acariciar
por el rocío de la noche
o del silenciosos astral,
que se oculta entre las sombras
y en cambio, se oye gritar
en lo profundo del alma,
cuando me miras a los ojos
con un desdén de piedad.

Nunca niegues esa limosna
a este errante peregrino,
y que se alimenta del aire
de tus ojos enjaezados
al cabalgar en lo divino.

Tu sombra es el alimento
de mis sueños dislocados.
Dios sabe que no hay momento
que no te sienta a mi lado,
como el perfume del mar
cuando le arrebata el viento
la sonrisa de su sal,
o las espumas de fuego
del espacio sideral.

Tengo celos de la luz
que el Sol derrama en tu pelo,
del perfume de las dalias
que te ponías en el pecho,
o de las caricias del agua
que bañan tu bella cuerpo,
y creo que hasta del cielo.

Si un día me despertara
y no sintiera tu imagen
que se posara en mi cara;
sería como un puñal
que a mi pecho atravesara,
sería al mayor castigo
"que el cielo me condenara".

Quiero ser como un mendigo
que dejes dormir en tu puerta.
Por lo que yo, te bendigo
hoy aun después de muerta.
Porque siempre irás conmigo
más allá de las fronteras,
donde el final del camino
rebasa la estratosfera
              *

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