martes, 7 de junio de 2011

TENGO SUEÑO...

Tengo sueño, y estoy cansado.
Quiero dormir con las montañas
escarpadas y quiero sembrar
y con las lágrimas heladas
el ancho espacio de la nada.

Quiero sentirme dueño
de los pensamientos
sin la rabia del perro leproso.
Dejarme ser un poco yo
sin ser las garras del oso
que me abrazan con temor
en el abismo opaco
del establo de la locura.

Quiero ser el espacio sin frontera
de una leyenda perenne.
Quiero ser brisa sin quimera
del un caudal dulce o margo
de una sombra sin prisa.

Quiero jugar
con el tren y la muñeca
como aquel niño
que no puede lanzar
la piedra.
Porque le faltan las manos,
ni tiene piernas,
sólo el flujo
de una somba eterna.

Quiero ser el viento.
El viento que guía el huracán
que mueve el mar.
Quiero ser la escoba
que barre el río
de tantas aguas podridas
y los camposantos fríos.

Si pudiera ser,
quisiera que mi montura
fuesen las olas del mar.
Llegaría a las arenas del desierto,
y con ellas convertiría la paz,
y en aire el pensamiento
y lo que halla en la bondad.
Sin esa luz apagada
del alma y de los sueños,
que despierto sé, soñar.

Ser como el navío
que navega en el temporal.
Me gustaría ser
la sombra que cubre la sangre
derramada
por las serpiente malditas
de cascabel.
Quisiera serel seguro
de la parabelus
que ciega la vida
del hombre y mujer

Me gustaría cerrar las puertas
de los corazones sin sangre,
con llaves de la concordia.
Si yo pudiera ser el sueño
del marinero, despierto
y llegaría más allá
de locuras en un momento
y le diría a los hombres;
–Callar ya, que tengo sueño
y no quiero despertar

hasta que invente palabras
que no se lleguen hablar
y la entiendan en la tierra
toda la clase de animal.
Ya no existirán más guerras,
siendo la noche y el día
de una misma claridad.
Entonces, mis fantasías
serían una realidad.

jueves, 2 de junio de 2011

DE LA CANCIÓN DE LA LLUVIA...

Bella canción en el silencio de la noche,
con los acordes de las lágrimas grises
y desprendidas de los ojos del silencio.
Replican sobre alfombras cristalinas
el estallido de las nubes que se rompen,
cuando el cielo azul, merengo se ilumina,
es cuando el brazo del rayo, le responde.

La bahía silenciosa ha enmudecido
con las raíces del rocío en avalancha
y detienen de las olas el bramido
como el árbol caído, por el hacha.
Dulce llanto que llega en el estío
para el río, la flor y la sementera;
fecundando con su fértil poderío
el alcacer que crecen en la pradera.

Arduo aroma que se abraza a la tierra
con los besos de su alma galopante
y entierra la semilla en pos de guerra,
como el feto en el vientre de la madre.
Fecunda la ilusión de cada día
en los chorros trasparentes del granero
que preside en las mesas y galerías
el sabor de su trigo verdadero.

Fieles lágrimas paridas del rocío
ensambladas en los fríos manantiales.
Cuando el grano germinó en el estío,
como copos de miel en los panales.
Abatido con la piedra del molino
se convierte en lana blanca de hermosura
y la degusta, el rey y el peregrino.
¡Pobre de aquél que no obtenga su dulzura!

Aquel fragor que dejó caer el cielo
en los riscos, páramos y llanuras
se esculpió con la mano del obrero
y fue adorado por todas las criaturas.
¿Cuántos hombres y mujeres cada día,
proclaman con amor, “ese pan nuestro”?
Porque Dios, lo bendijo un cierto día
unas horas anteriores a su secuestro.