Descansa sombra cruel
y deja que la agonía
galope en la noche fría,
buscando el amanecer
y la luz de un nuevo día.
Deja que la luz se adentre
en la yerta oscuridad.
Descansa sombra maldita
más allá de lontananza;
porque tu alma, me quita
la ilusión y la esperanza
mientras mi pecho vomita.
los abrojos del camino
que me hacen llagas en los pies,
en
el alma, y en la frente
y hasta el corazón, también.
sea el testigo exponente
de toda la hipocondría
que anida en mi pecho y mente
con dulces melancolías.
Quiero borrar las sombras
de los recuerdo efímero.
Quiero escuchar de la alondra
alguna canción del cielo.
Y que la mar, con sus olas
me deje pintar un lucero,
tulipanes y amapolas,
de los mares y las praderas
y cabalgar sin descanso
hasta lograr de la esfera
los jardines de amaranto
y de ambrosías en primaveras.
Es mejor morir con llanto
en el orbe de la tierra
que dejarse arrastrar
por las garras de una guerra,
del fondo del corazón
o sin saber donde aparcar
los frutos de malas yerbas.
Deja que la luz traspase
la murallas del destino,
porque con ellas se esparcen
las cenizas en el camino
y las arenas de los mares.
Me gustaría que ni el viento,
moviesen las flores de mi tumba
o que tan sólo fuese el soplo de tu aliento,
el que me sigue a todas partes
como su fueses una sombra.
Hay un sinfín de dulces cosas
que quisiera olvidar de ti.
Para no verlas me bastaría.
arrancarme el corazón.
Porque tu alma es para mi,
con los destello de tus ojos;
el suficiente aliento para vivir
con deliciosos abrojos,
que más que vivir es morir,
ya que eres parte de mis ojos,
y así seguirás hasta el fin
de los recuerdos que aún recojo
que le hacen a mi aliento revivir.
Ya que el latir de un cuerpo
no se pueden dividir,
ni el amor, ni el tiempo
ni la luz del mismo sol
no se puede separar su llama
de la estridente luz de la luna,
ni el dolor, se puede partir en dos,
ni tampoco se puede dividir el alma.
De ahí, que no quiera vivir sin ti,
ya que bien sé quesería igual
que si andar sin el corazón.
*