Qué no se cierren tus ojos
que se apagarían los cielos
al separar las estrellas,
como una vez, el mar
"Rojo".
Ya no sé, como decir
ni tampoco como hacer
Se va negando mi pluma
a darle forma al papel.
Y entre sollozo y bruma
me voy ahogando de sed.
Se pierden en el vacío
los sueños que yo soñé.
¡Ya no digo! Desvarío.
Quisiera poder saber
¿Por qué lloro como un crío
y más sangrante, hoy que ayer?
Se ha perdido sin saber
la tinta de mi tintero:
pienso que la encontraré
antes de emprender el vuelo.
Quiero parar el reloj
para hacer bajar del cielo
lo que de ti se marchó.
Si la sombra de un pensamiento vivo
se deja acariciar de luz lejana,
es que la nada y el algo se han unido
con el fragor de un otrora sin
mañana,
¿Dónde se acuna la nostalgia
y el aura de mi sueño ya cautivo
o perdido sin la flor que dio fragancia
más allá de lo imposible olvido?
–En los campos verde del amanecer
que iluminan campiñas y quebradas,
y en las trémulas felonías de un ayer
en cenizas y musgos, acampadas,
y que navegan en el mar de tus poemas
enredadas como sierpe en las
estrellas,
donde el fuego de tu alma, sí que
quema
el yazca donde me duermo con ellas.
Un fuego ardiente que abraza
sin una llama prendida
en aquella sombra que pasa,
sin un suspiro de vida
que una noche o una mañana
quizá encuentren salida,
cuando la luna mas sacra
llegue a iluminar mi vida.
Cual colores del arco iris
de una tormenta pasada,
que va bañando su llanto.
Sedienta tierra quemada
que tan sólo el camposanto
guarda ceniza apagada
entre rosas y amarantos.
Hay un farol en el cielo
que da luz a las estrellas
y tú eres ese luceros.
que ilumina las más bellas
con mares de terciopelo.
Por lo cual se bañan ellas
en el monte del Carmelo
–Sólo veo en la ventana
la inmensa línea del mar.
Cuando miro en la mañana
sólo veo en la oscuridad,
como una sombra lejana
de mi pluma sin caudal.
Quiero buscar y no veo
aquel dulce despertar.
Quiero sentir y no creo
que pueda existir un lugar
donde esconder los deseos
de oscuro, amargo panal.
Llegan los cuatro jinete
del viaje sideral.
Ellos me muestran la muerte
con sus sombras al galopar
y hasta torturan mi mente
sin dejarme descansar.
Espero que llegue el día
que mis ojos vean el sol.
Tal vez no tenga alegría
pero sí tendré el calor
de la rosa y la ambrosía,
para impregnar con amor
el candor de la poesía.
Voy a buscar en la ribera
lo que le falta al timón:
el cual perenne me espera
para que me embarque yo
y después ir hacia afuera
a beber de aquel dulzor
que jamás yo conociera.
De aquella, seré el timón
y navegaré en la esfera
creando tanta canción
como Dios me permitiera.
Se apagará la luna,
se extinguirá el sol,
y navegaremos en laguna
donde tan sólo en los dos
nuestras almas serán una,
en la presencia de Dios.
Y en los mares silenciosos
con un flechazo de amor.
Navegaré en al
"rehoso"
con las magnolias en flor,
formado un tesoro hermoso
con la heredad del Creador...