domingo, 26 de julio de 2009

EL PENSAMIENTO SIN MENTE.

De alguien que no nació.
*
Un pensamiento extendido
entre los cielos y la mar.
¿Dónde estás, amor perdido?
–Me hallo en otro lugar
en los brazos del olvido.

Recuerda que no he nacido,
ni estuve nunca en el mar,
ni nadie me ha conocido.
Porque yo no puedo andar.
Recordar que nunca he sido
de éste mundo terrenal.
Sólo soy sombra de nada,
vagando en espacio sideral,
como una luz apagada
que jamás será fanal.

Sólo soy un pensamiento
sin mente donde aparcar.
Tal vez, mi cuerpo sea el viento
de un sueño sin despertar
que nace después de muerto.

Vuelo sin alas en los cielos
y nada puedo tocar.
Soy garañón de luceros
que nadie puede domar.
Tan sólo me da consuelo
algún poeta al hablar,
y en ocasiones el trovero;
ambos, me ponen el disfraz
que tejen en su tintero.

Las amarguras y el dolor
a aquellos les pregunté.
¿Qué forma tienen y color?
–Para ti, inexistente;
no ha nacido aún la voz
que pueda serte coherente.

–No quiero ser pensamiento
sin labios para expresar,
ni formar parte del viento
con mi estado incorporal.
Quiero sentir desaliento
aunque me arañe al llorar.
Quiero sentir el amor
y el dolor al despertar.
Porque un alma sin dolor
no puede morir o soñar.

No quiero ser pensamiento
sin poder nada aportar.
Aunque sea un vivo muerto
quiero sufrir y llorar
y no de un grey sin aliento.

Quiero pensar describiendo
la bravura de la mar.
Quiero soñar, durmiendo
aunque no vea el despertar,
porque ya me esté muriendo.

Quiero reír, cantar y llorar
al formar parte del tiempo,
donde se pueda opinar
el deseo de algún cuerpo
de rosales o de azahar.

Como brillo del coral,
deseo conservar la sombra
y un sentimiento de paz
donde el trino de una alondra
le pueda, un día escuchar,

Quiero cuando sea mayor
que me puedan enterrar,
como el que planta una flor;
allí volvería a soñar
la dulzura del amor.

sábado, 18 de julio de 2009

A LAS PUERTAS DEL HAMBRIENTO

A LAS PUERTAS DEL HAMBRIENTO.
*
Si el rico ya satisfecho
dice que es duro el buen pan.
En las manos del hambriento,
resulta un tanto normal.

Es como decirle al preso
que es triste la libertad
de aquél que goza del viento,
de las estrellas y la mar.
Y es porque el pensamiento
lo tiene en cautividad.

El viento pasa y se deja
del polvo en los cristales.
En cambio el hombre se aleja
dejándose sus caudales.
Sólo se va con su queja
de vivir como animales.

De ahí que él, se asemeja,
al lobo o los chacales.