viernes, 29 de octubre de 2010

FLOTANDO VOY POR LAS NUBES...

Cuando me pongo a soñar
lo mismo sueño con flores
que no quiero despertar
mis sentimientos y amores,
son las flores de un rosal,
todas de bellos colores
que no los sé, ni explicar.

Sueño con mi juventud.
Sueño que soy alcatraz
que volando al senectud
llegó soñando a pintar
en las sombras una luz
que ilumine la distancia
que separa la virtud
de incongruente ignorancia
las que se enreda con la cruz
que heredé desde la infancia.

La cruz que me rasga el hombro
sin dejarme, apena andar
sobre un camino muy hondo,
y me asusta despertar.

Porque la herida en del hombro
no es dolor, es libertad,
para soñar y volar
sin miedo a la oscuridad
que un día dejara atrás,
y sin saber el por qué
mi alma vuelve a sangrar.

En los versos voy plasmando
estrofas que son enigmas.
Poemas que van saltando
para llegar a la cima
del pensamiento alocado
que quiero esconder en la rima,
la amargura del pasado
y, a lo cual, no se aproxima,

Quiero bajar de las nubes
y entrar en el ancho mar
y en las cascadas que tuve
para con fuego pintar,
el fragor de la ambrosía
y el blancor del azahar.
Cuando todo era poesía
lo que bañaba mi hogar,
sin la pluma encallecida
en hojas de un retamar
se ha convertido mi vida

Vivo soñando en estrellas
y no quiero despertar
de aquellas cosas tan bellas;
como la alondra al cantar.
Tanta belleza de ellas
le hace a mi pecho soñar,
con la esquilas de las huellas
que una flor dejó al pasar.

Y no sé, si lo he soñado
o es que estuvo en realidad
algún día, aquí a mi lado
y se fue a la oscuridad
dejándome traspasado.

Cielo, tierra, aire y mar,
pueden ahogarme en la sombra,
pero dejadme soñar,
y ser libre, como alondra.
Yo quiero la libertad
y busco que alguien responda:
¿Dónde está la oscuridad?
que hasta la pluma se asombra
y no ve la claridad?

Camino que no se olvida
de una vida al despertar.
Siento que ya está perdida
apenas sin empezar,
sin dejar huella en la vida:
porque fue un tiempo fugaz.

Busco en la imaginación
el entorno que rodea
a mi pecho de ilusión.
de cosa lindas y no feas.
Lo mismo que una canción
canto la copla que sea.
Son fruto del corazón
estas humildes ideas.

Fruto del árbol vivido
que empece a deshojar.
Madurez que otros han tenido.
No hay envidia en mí lugar.
Siento que seré el olvido
terminando al empezar
de pensamientos perdidos
que me dejé sin contar.

Volando con el recuerdo
desde el anciano hasta el niño.
Pensando casi me pierdo
con amargura y cariño.
Yo cuento lo que recuerdo
aunque sean cuentos de olvido.

Recuerdo en sitios que estuve
y gracias le doy al cielo
por los favores que obtuve,
para conservar el fuego
de los amigos que tuve.
Amigos que su alma llevo
dentro del pecho del lego.

ueños que bien, sé que tuve
los mismos que tienes tú.
Son recuerdos que mantuve
y deseo que vean la luz
sin oscuridad de nube,
y dejen de ser la cruz
que tanto tiempo mantuve...

martes, 26 de octubre de 2010

AÑORANZA AL MAR.

*
¡Qué manso eres si quieres!
de bravura sin igual,
¡Qué pena ver como mueres!
por no saberte cuidar.

Que manso eres si quieres
desde tu profundidad.
Sustentas a tantos seré
y a tantos trabajo das.

¡Que manso eres si quieres!
con tormentas en ocasiones.
Hay qué ver de cuantos seres
arrancaste oraciones.

¡Que manso eres si quieres!
sin comparación de encanto.
¿En cambio a cuantas mujeres
llenaste de luto y llanto?

De tu espuma soy cautivo.
De tu fuerza enamorado.
Junto a ti me siento vivo,
no puedo estar separado
¡dejarme morir contigo!

viernes, 22 de octubre de 2010

CADA DÍA QUE ME DESPIERTO

Cada día que me despierto
y consigo dialogar,
con el viento, las palomas,
la luz y la oscuridad,
y el silencio de la noche
en el espacio sideral,

me siento como una pluma
sin ninguna densidad,
que vuela entre las nubes,
sumergido en el regazo
de Santa María del Mar.

Cada día que sale el sol
y veo un nuevo anochecer
yo le doy gracias a Dios,
ya que mañana no sé
si veré su resplandor.

Y entonces veo que mi sombra
es luz en la oscuridad,
donde tan sólo el Averno
consigue hacerme llorar,
cuando rasga el pensamiento
que empezó a hacerme soñar,

con la maldad de los hombres,
las lágrimas de los niños
que no saben qué es la paz,
ni la fuente del amor
que, unas fieras sepultaron
antes de aprender a andar,
en cenotafios sin nombre,
construidos sin bondad.

Y entonces pregunto al cielo
¿Por qué me hiciste aprender
de que color era el fuego
o el agua que he de beber,
al dejar de ser un lego?

Dejadme soñar despierto.
No despertarme jamás
de aquella noche que el ciego
si apenas sabía andar.

Quiero creer que es del cielo
los regalos que me llegan,
llenos de amor y consuelo.
Convirtiendo las quimeras
que nacieron con un sueño
en la verdad más sincera
que el hombre pudo soñar.

Aveces parecen ciertas
y no es tal la realidad
y entonces llega el supuesto,
sí el sueño fue una verdad
o sí la verdad un cuento,
sin principio, ni final
que soñé estando despierto.

Tal vez que fue en una noche
o en una tarde de verano,
cuando la sombra del viento
me acarició con su mano.
Entonces me desperté
y vi que estaba llorando
al comprobar que soñé
recuerdos de una ilusión
que siempre estuvo dormido
dentro de mi corazón.

miércoles, 20 de octubre de 2010

NADIE ME CONOCÍA.

No existe mayor dolor,
ni más cruel desengaño
que en tu propia población,
te miren como a un extraño.

Yo no desprecio la muerte,
ni el infierno, ni la cruz.
Yo solo temo a la gente
que manchan el cielo azul.

Porque no es mi mala suerte
la que me dá esta agonía.
Es tan solo y simplemente
La estrofa de la poesía

que va rasgandome el sueño
en la noche y sin demora;
e inclusive cuando sueño
con sus fauces me devora.

Parece una maldición
que en el vientre de mi madre
se clavó en mi corazón
como espinas del baladre.

Me siento como un extraño
en mi propia población;
donde tanto desengaño
van mermándome ilusión.
Cuya espada va rasgando
el alma y mi corazón.

Nadie me conocía
en el lugar que nací.
Fue tan triste la agonía
que al hombre no comprendí.

Nadie me conocía
y yo me sentí morir
cuando la luz me impedía
a los míos distinguir.

Al hombre no comprendía
en el umbral de la tarde,
y entonces pense en mi madre
si también me aborrecía.

No me debió de parir,
ni darme nombre siquiera,
ya que no sé distinguir
la verdad de una quimera.

La luna no me alumbraba,
el sol me negó el calor
y mi estrella me negaba
su obligado resplandor.

Busqué en la brisa del viento
en las algas y el coral
a Dios, con el pensamiento,
también se negó a escuchar

presentí que repetía,
que era escoria del desierto.
¡Tampoco me conocía!
Me sentí mil veces muerto.

Pense, ¿Estaré durmiendo?
y me quise despertar,
y lo que fui descubriendo
semejaba a un muladar.

Realidad despavorida;
Tanto, que llegué a llorar
porque la cruz de mi vida
era igual que un retamar.

Las miradas de la gente
parecían ascuas de fuego
que me abrasaban la mente
y hasta el corazón de lego.

Sentí asco de mí ser
y la luz que viera un día
mi primer amanecer,
de la que me arrepentía.

Que el hombre me despreciaba,
en sus ojos pude ver.
La mayoría me negaba
el derecho a ser un ser.

Esa flor que le dio vida
al fondo de mi interior,
llegó a ser incomprendida
y se secó de dolor.

Y nadie me conocía
cuando siempre estuve yo,
esclavo de la poesía
que derramé por amor.

¡Maldecir! No voy hacerlo
porque no es de educación.
Pero mirarles con genio,
eso sí, que lo hago yo
a los que niegan tal sueños
de mi propia población.

lunes, 18 de octubre de 2010

ME ENAMORÉ SIENDO UN NIÑO

Me enamoré siendo un niño
de una flor como una estrella,
y aun perdura mi cariño
por esa rosa tan bella.

Me enamoré de sus ojos
y de su candente bondad
y aun sigo enamorado
de su gran humanidad.

Sí con rasgos de la pluma
pudiera mandarte el pecho;
me arrancaría el corazón
y en dos pedazos, desecho;
en forma una oración
te lo mandaría, mi amor
a esa gran constelación.

Te lo entregaría, mi amor,
si yo, no fuese una sombra
que duerme en algún rincón
muy distante de la gloria.
Como si fuese un ladrón
que quiere robar la joya
que un día, Dios reclamó,
para que eclipsara el sol.

Yo pintaría las estrellas
con pinceles de papel.
Y dibujanrí con poemas
tu donaire de mujer.

A tu lado fui sintiendo
lo que me cautivó el alma;
una y una y otra vez.
Lo que hoy me voy bebiendo
como una copa de hiel,
cada sorbo del recuerdo
que tu amor dejó en mi ser.
Como una esponja de bronce
voy absorbiendo tu piel...

¿QUIERES SABER QUIÉN SOY?

Mi cuerpo no es nada,
ni siquiera una sombra.
Mi alma, ni una hoja seca,
ni tan siquiera doy luz.
Mi nombre: ¿Cuál es mi nombre?
No tengo nombre
y como hielo es mi sangre;
porque mi sangre eres tú.

La energía de mis venas
son tus pensamientos.
Mi vida vaga en soledad
con el desaliento de la noche.
Mi carne, es nítida
sombra de un poema,
y como sabia de abedul
son mis sentimientos.

Mi lecho para descasar ¿Cuál es?
Ráfagas de melodías de un ayer
narradas en un libro amarillento
inexistente y sin papel,
y escrito en aforismos de un suspiro.

Redactado sin pluma o sinfonía
de latidos vibrantes sin sonido.
¿Quién me amamantó? Tal vez sería
el estallido negro del olvido.

Me alimento sólo de las miradas...
Mi forma, la que quieras suponer.
Mis amigos, extrañas figuras de la nada
y mi cuerpo, no tiene manos, ni pies.

Nací siendo gigante para morir enano.
Moriré nuevo ya que al nacer fui viejo.
Los montes y las quebradas para mi son llanos.
Mi efigie no se puede ver en ningún espejo.

Viajo con el hombre desde su infancia
y con él llego al remoto firmamento.
Cuando creas saber mucho de mi,
mayor será tu ignorancia.
Yo puedo andar sin hundirme en las aguas.

No sé que es la opresión, ni el llanto;
pero me ahoga el sabor de las lágrimas
y cuando las escucho me levanto
con estallidos de dolor dentro del alma.

¿Tu quieres saber que soy?
No me busques en el viento.
Apenas soy un espectro
de una figura sin ser.
Sí miras el espejo de tu adentro,
veras que tu delirio, es mi aliento.

Al cabalgar en el sueño soy tu espectro.
Tus sueños le dan formas a mi pecho
y tu letargo es mi propio pensamiento.
Porque mi sombra no existe ni se ha hecho.

El hombre me creó inconsciente en su locura
y desde que nace yo formo parte de él
y soy testigo fiel de su amargura.

Yo soy de tu mente la tortura.
¿Quién puede decir que no soy su pensamiento
o un espectro de una fría sepultura?
Siempre he sido como una sombra del viento.

Aún sin querer, yo siempre estuve en ti,
porque caminamos juntos desde el nacimiento.
¿No has visto al niño dormido y sonriente?
Él juega conmigo y con mi propio pensamiento.

Mi cuerpo no es nada
es tu conciencia sin llegar a sombra.
Mi alma, una hoja que vuela del papel.
Mi nombre, el inconsciente delirio de tu ser
y tu sangre es también, mi alimento.

No busques más, lo que mantengo
tangible está en tus sueños,
en montañas de cristal y abanicos de coral;
en esas noches cuando sueñas y me recuerdas
al despertar, no sabes si fui una estrella
o una bella paradoja de inquietudes y bondad...

miércoles, 13 de octubre de 2010

CUANDO PERDURA EL SILENCIO.

Aquí perdura el silencio,
la quietud y la eterna paz.
Como se abrazan dos mundos
en un sueño sideral.
En cambio, ninguno de ellos
se vio la cara jamás.

Porque los separa un muro
más lúcido que el cristal.
Siendo la sombra del uno
la luz que al otro le dá,
apenas sí en un segundo
oscurecer o claridad.

Esa inmensa claridad
es una espada que clava
la noche y su oscuridad,
en lo profundo del alma
y no la puedo arrancar;
porque el alma es la hermana
del silencio intemporal
y penetra su estampido
donde no puedes llegar
a acariciar con tus manos,
lo que dá la libertad
a los seres más humanos.

Me va arañando un suspiro,
hijo de sombras lejanas
que anida como una alondra
en mis sienes blanqueadas.
Pero un recuerdo está vivo,
clavado en mis entrañas
y en el pecho dividido,
al recordar las mañanas
que como un pájaro herido
perdí la ilusión más sana
que jamás haya existido.

Diría, que es fruto de la locura
de la existente condenación de mi frente.
En cambio cuando despierto
son cual fantasmas vivientes
que en sus dientes ocultan las quimeras
que algún día yo, soñé
y a los sueños pregunté
a cada una de ellas:
–¿Por qué nombre las tendré que recordar?
No esperaba que nadie respondiera
y en verdad, no tenían el por qué.
Cuando de pronto la respuesta
de sus labios escuché:
–Soy la hija de tu fiera
que va rompiendo tu tez.

Tal vez que fuera una tarde,
una noche o madrugada.
No quiero saber, si fue un sueño
o de tus ojos, la mirada,
o el estampido de un beso
que aún me alienta y me abrasa
los labios y el corazón,
como si fuese una llama.

¿Sabes por qué lo recuerdo?
Porqué se quedó en mi alma
esculpida como estatua,
cómo una antorcha de fuego
que a veces siento que araña
los suspiros del aliento,
con las uñas de tus auras.
Porque sé que ella está viva,
como si fueses un hada
que ilumina mi camino
cada día y, en cada mañana.

–Hablamos. ¡Por qué hablas tú!
Sin mover los labios yo,
y tu entiendes lo que digo
con los ojos entornados
y la cabeza agachada,
sumergida en el vientre de la noche,
cómo una zarza enredada
en el fuego de mi boca;
enmudecida por las sombras
que hasta me privan del llanto
que se quedó tatuado
en los brazos del silencio,
y en los delirios de sueños
salpicados de estruendos
que moran en las vaguadas
del tiempo, casi olvidado.
Pero la furia de tu alma,
sigue al sueño encadenada,
como si fuese una espada
en ni pecho traspasada.

–Aún recuerdo las ruecas de tu lengua
al detonar en rejas de mi ventana,
como un suspiro que vuelve
de un establo de la nada.
También sé que están inerme,
las dalias, de aquella primavera,
que quedaron en mi pluma enganchada.

cual el olor de las flores
que de tu cáliz derramas,
tantos besos sin perderse
y apenas si quedan nada.

No hay nadie que las acalle,
ni siquiera el Firmamento.
No quiero ofender a nadie
pero tú, está en mi adentro
como si fueses el aire
que respiro del aliento.
El día que ese me falte,
será cuando ya este muerto;
ni así creo que habrá nadie
que borre tantos ercuerdos.

miércoles, 6 de octubre de 2010

SI YO NO HUBIESE NACIDO...

¿Si yo, no hubiese nacido
qué falta sé notaria?
Porque vivir, no he vivido
y aún no entiendo todavía
a punto de naufragar,
sí acaso, habrá merecido
la pena de mendigar,
ese pan que me he comido.

Lo que he llegado a dudar,
si no lo habré confundido
con pedazos de despojos
arrojados a un muladar,
por las manos de algún mofo
que se quisiera burlar
del mendigo silencioso.

Sí, qué me llegó a saciar,
con su mendrugo asqueroso.
Lo que me hizo, pensar.
¿Quién fue el mito que quiso
con su maldición engendrar
al copular con un oso,
dicha especie de animal?
¿O fue con una serpiente
con quién me llegó a engendrar?
¡Me vomitó en el camino
llegándome a abandonar
como un fuego sin escoria
que calor no dio jamás!

Voy preguntándole al cielo
y no me quiere contestar,
¿O es qué mi a alma de hielo
no lo ha sabido escuchar?
Tal vez que sea por eso
que no vea la claridad,
ni la caricia de un beso,
ni el lugar de un asilar
que dibujara en la sombra
el cantar de alguna alondra
que me llegue a consolar,
lo que me quede del alma.

Dejad que mis labios duerman
en los brazos de la noche,
y que abrace el aullidos de algún trino,
o los ojos de las estrellas,
acunadas en el espejo de la mar.

Y si acaso no durmiera,
dejadme soñar despierto
con jarales y primaveras,
para dibujar recuerdos
que yacen en las praderas,
como arenas del desierto.

Dejadme hasta que me arrastre
hacia un calvario enmudecido,
el que siento al despertarme
cuando creo que estoy dormido

lunes, 4 de octubre de 2010

QUISIERA CREAR UN VERSO.

Quisiera crear un verso
y fundirlo con pasión
y entregarte con un beso
entero mi corazón.

Para que vieras, criatura
lo que corre por mis venas.
Soy capaz por tu dulzura
contar del mar las arenas

y las estrellas del cielo.
Yo contaría mi, amor
de tu cabellera el pelo
y de los prados la flor.

Sí tú me pides cariño,
cariño mucho te di.
Sí me dices que soy niño,
como un niño me perdí,

el día que nos unimos
en el fragor del amor.
Divididas nuestra alma,
fundimos, en una las dos.

Cruzamos nubes de estrellas,
delirio de luna y sol,
probamos las aguas bellas
y de la miel, su sabor.

Cuando yo invente ese verso
que me arranque el corazón
con una daga de fuego,
habré muerto por tu amor.

Por tu amor y tu ternura
voy recibiendo el olor
de tu fragante dulzura
dentro de mi corazón.

viernes, 1 de octubre de 2010

SENTI MIEDO DE LOS DONES.

Sentí miedo de los dones
que acariciaban mi frente,
y hasta envidia de la flor
que se enreda en el relente
cómo lágrimas del alma.
Y lloré cuando el perfume
me salpicaba la cara.

Fue miedo, o la dulce flama
que en el corazón sentí.
Era igual que rosas blancas
que posaban sobre mí.
Y aquellas tiernas miradas
que jamás yo merecí,
ya que soy menos que nada.
Ni por asombro decir
el color de las magnolias,
el fulgor de las estrellas
y mucho menos medir
la distancia que me lleva
a la sombras que te bañan.

No hace falta que me escupan
los recuerdos en la cara.
Porque la escoria de la mente
y las cenizas del silencio
son en mi pecho cloacas,
de laberintos siniestros,
de espinas que van clavadas
una y una y otra vez en
lo que las sombras dejaron
de un lejano amanecer.

Saludo a las montañas
con la misma confianza
que otros lo hicieron ayer.
De sus guiños voy sintiendo
cual requiebros de mujer.
Con cierta desconfianza,
les voy besando los pies
y lo hago, con frenesí,
como si yo fuera un ser
que nunca tuviera patria
para un día descansar,
ni un momento las espaldas,
de un alma muerta de sed,
y que como ascuas arde
en los garfios de la hiel.

–¿No recuerdas la nostalgia
del agua de aquél ayer?
–No, no recuerdo nada,
sólo que soy hijos de alguna estrella
o hermano del olvido
de alguna luz apagada
de un dudoso amanecer
que duerme, ya sepultado
en el vientre de un recuerdo
que aún no sé, si fue un sueño
que tuve alguna vez.