jueves, 27 de mayo de 2010

ME GUSTARÍA CONSTRUIR

Me gustaría construir
una escalera de espejos
y que llegara al más allá,
donde pondría una bandera
sin lágrimas de las guerras
y que todo fuera paz.

Allí mezclaría las fieras
con toda clase de animal,
donde los hombres durmieran
en unos lechos de pan,
Donde alma y pensamiento
se pudieran contemplar
abrazadas por los vientos,
y llegándo las acariciar
de los dioses que goviernan
sin tenernos que engañar.

Y cuando, haya construido
ese jardín de belleza.
Estés despierto o dormido
no le temería a esas fieras,
que con su don han convertido
a nuestro cueblo "en la guerra"
de todos los desvalidos.

Por que sé que el malparido
que un día engendró la tierra
chupa sangre desvalido
que sólo sacan las perras
a los que menos han tenido.

Porque si tuvieran madre.
Tal vez fue una maldición
o un error el engéndrales.
En más de una ocasión
seguro que dicha madre
que algún día se preguntó
¿qué fue lo que hice peor,
parirle o mal cagarle?

Y hoy me pregunto
¿Por qué el hambre del poder
con sus famosas hazañas
no saben lo que han de hacer
para destruir a España.

Siempre han de ser los más pobres
los que paguen los errores
que los dioses del poder
e inicuos, de deplorables colores,
nos quieran hacer creer
que ellos son unas bellas flores.

ME BEBERÍA LOS DESTELLOS.

Me bebería los destellos
del espejo en que te peinas,
y la sombra de tus auras
y hasta los ojos de la luna
que acariciaron tu cara;
y después haría un escudo
a forma de una muralla
para que nadie te roce
con fuego de su mirada.

El día que llegue el sol
a lastimarte la piel,
me comeré sus entrañas
y después, lo pisaré
hasta que no quede nada
del destello de su ser,
ni un reflujo de su alma,
aunque me convierta en río
y el cielo me condenara
a caminar siempre ciego
en desérticas montañas,
ni aún así se secará
la fuente que hay en mi alma
de la miel más suntuosa,
aunque prohibida a los labios
de un pecho que se desgarra
con la espada del olvido
que duerme en el cenotafio
de un muerto que anda vivo
en tinieblas hecho pedazos;
por seguir aquellas caricias
tan prodigas de tus brazos.


SI PUDIERA DESPERTAR.
*
Si pudiera despertar
para saber sí mi sueño
fue algún día realidad.
Si lo fue, ya está tan lejos
que no puedo recordar
de su cristal los reflejos,
ni tu nombre, si es real.

Sólo sé que es una sombra
lúcida como el fanal
que me araña el corazón
y no me deja ni andar.

Cuando creo que despierto
y veo que estoy dormido,
ya no sé si es que estoy muerto
o en las garras del olvido.

Porque veo mi pensamiento
que en el tiempo se ha escondido,
y lo llamó y lo llamó,
y lo llamó desde adentro
de mi ser como un mendigo.

Y el cristal que nos separa
del ensueño que he tenido,
no deja pasar los gritos
y que los escuche ella,
si es que en realidad a existido.

Tal vez que esté en las estrellas
o quizá en mi interior
donde aún siento sus huellas
muy dentro del corazón.

Cuando me duermo, al soñar
siento caricia de ella,
igual que cuando su faz
la ponía sobre la mía
para poderla besar;

por eso en mi fantasía
seguirá inmortalizada
mientras que en mi haya vida,
y bien sé que aún más allá
estará en mi metida,
como en los mares la sal
hasta que el Orbe se extinga,
yo sé, que en mí, vivirá.

miércoles, 26 de mayo de 2010

NO SÉ AROJAR EL DESPRECIO

No sé, arrojar el desprecio con los labios,
ni escupir a las sierpes del pasado,
porque si lo supiera hacer,
juro que con mis esputos
lapidaría a los reyes, endiosados.
Aquellos que rompieron las murallas
de mis desérticos sueños
que aún me arañan el alma.

Yo sé que aquellas sombras murieron
y tan sólo sus cenizas perduran
en los escabrosos deshechos
de estrellas que no darán luz.

Como quisiera gritar y derramar
el veneno que engendraron los cañones
sobre mi pesada cruz acristalada,
aunque dura como el bronce.
Como a palomas blancas la inmolaron
con lo ira de los fusiles
los dioses verdes de la humanidad.
Aquellos que se apoyaron
en los ojos de la muerte
porque no sabían mirar,
ni saborear las mieles del panal
que en los rubios colmenares
que se podían deleitar y acariciar
como ángeles del cielo.

Me sepultaron en vida
cuando no sabía ni andar,
y aún sangra aquella herida
sin llegar a cicatrizar.

Dios sabe que he perdonado
lo que he tratado de disfrazar;
ese es mi mayor pecado
porque no sé, olvidar
el tronar de la metralla,
los refugios subterráneos,
ni la sangre de aquellas gentes
estampada en las paredes
como rosas desgranadas:
rojas igual que amapolas,
semejante a cataratas.

Fue el garfio de la muerte
el que se enredó en las alas
de los que nunca podrán volar,
ni saborear las aguas
de un postrero manantial
que aún creo que nos separa
de fingida realidad,
la que acaricia mi alma
cuando mira al más allá,
donde duermen golondrinas
acunadas en los brazos de la muerte
y que no pueden, ni gritar.


!Perdonar! ¡Claro que sí!
¿Pero se pueden olvidar
a los niños repelando cacerolas
de militares, sin saber lo que es el pan?
¿O la miendo aquellos huesos
y las mondas de patatas sin guisar?

¿Cómo podría olvidar
el silbido de las bombas
y el estruendo de los motores asesinos
de criaturas asustadas
que aún no sabían, ni andar?

Claro que pueden olvidar
aquellos que no han sufrido
en sus carnes las patadas,
del fuego, el hambre y el dolor,
por los cerdos “sin perdón”;
aquellos que nos legaron
derecho a no tener camas,
ni un plato aunque mal guisado
de bazofias para poder devorar,
para a callar los gritos del hambre.

¡Claro! que pueden olvidar
los que no han sentido los cuchillos
de las cucharas vacías sin usar,
ni el estampido de un mínimo abrazo
de juguetes de cartón descolorido
por las sombras de la vejez.
Sólo se nos regaló el silencio
del miedo a no llorar
y de los piojos navegando en la piel
desnutrida de los niños sin comer.

Sí, hambrientos de tantas cosas,
de escuelas para saber
que hora es cada día cuando
empieza amanecer.
Hambre y sed de las caricias de Dios
porque nada nos dijeron
donde mora el Creador,
sólo que estaba en el Cielo
y a nadie se le ocurrió
decir que Dios, estaba en el pecho
de cada seres de aquellos,
con caras ensangrentadas
porque dormían en el suelo,
como millones que vemos
donde no existe el petróleo
de este flamante universo...

Perdonar; ¡naturalmente
que están perdonados
sin rencor y con piedad!.
Por qué ¿quiénes fueron las fieras?
Yo no sé a donde están,
ni aún sé si he aprendido
cómo se debe olvidar.

RECUERDOS YA SEPULTADOS

Recuerdos ya sepultados
dormidos en la madre tierra.
Recuerdos, ¡todos sellados!
En el crisol de poeta;
sin poder eximir la guerra
que por mi mente ha pasado.

Sólo quedó tu figura
para arañar la ceguera
al convertir en locura
lo que es mi escudo y bandera.

De mis sueños dislocados
apenas si los comprendo.
No entiendo nuestro pasado
y creo que hoy va creciendo
mis sueños de enamorado.
Pienso si estarás durmiendo
en el fondo de mi alma,
ya que tu fuego lo siento
como una candente llama

Paloma, alondra, querida,
fuiste luz a amanecer.
Y aún más, la flor de una vida
que le puso el alma al ser,
que vas curando la herida
lo mismo que hiciste ayer.

Vuelan tontos recuerdos
como blancas golondrinas
camino del firmamento,
y dormido en las colinas
de mi alma y pensamiento.

Hoy me siento un vivo, muerto
con cadenas de amargura
y busco arrancar del viento,
la sombra de una locura,
que embriaga tal sentimiento.

lunes, 24 de mayo de 2010

SONIDOS ESPANTOSOS

Me quedé sin fuerzas para andar.
Mi cuerpo se convirtió en un guiñapo.
Tenía la sensación que algo escandaloso
iba hacer de mí, como un muñeco de trapo.

Eran secretos que afloraban hacia fuera
de todos los pechos disfrazados,
de púrpuras, brillantes y zafiros
y palabras adornadas de sonrisas
que vomitaban en los jardines
sexo, lujurias, chismes y fracasos.
Estos rodaban en el asfalto
como pelotas de goma
escupidas en los ojos de algún rostro.

La herrumbre de aquellos muladares
y salones suntuosos de codicia,
a donde danzaban los puñales de los ojos,
acariciados por labios nauseabundos
y otras muchas explosiones semejantes
que aullaban en las espadañas de la noche.
Yo no encontraban donde guarecerme,
ni con que taparme los oídos.

Me detuve a descansar junto a una fuente
y el agua transparente me quiso despertar.
Entonces comprendí que aquella gente
revolcada en deplorables estallidos,
eran sombra que anidaban en la mente.
Porque fue mi propio corazón
que salía galopando con los sueños
a el encuentro de otros, con mi propia voz.

viernes, 21 de mayo de 2010

SI SIENTES EL CORAZÓN LLORAR...

Si tú en algún momento
sientes el corazón llorar
y tus ojos no vieran las estrellas,
al tiempo que te araña el alma
una sombra negra;
ponte al amparo de las murallas
del viento blanco
y déjate llevar de su diestra mano,
adonde anidan las telarañas del ayer
apoyadas en las columnas del presente,
con el dulce beso de la esperanza
de aquel futuro mañana.
Entonces, veras el sol nacer
al entrar por tu ventana
un rozado amanecer

PERDIDO EN LAS TINIEBLAS.

EL SUEÑO DEL POETA.
*
Para despertar la musa del poeta
no basta con el calor del estío,
ni la luz que derraman las estrellas,
ni siquiera el encanto de la noche
cuando se inclina en brazos del silencio,
escondido en las fauces de los besos
y sostenidos en danzarines de dos cuerpos,
ni en las flores silvestre de la muerte.

No bastaría para poderle despertar,
ni aún con el edén de la mansión del cielo,
arrodillado en las espadañas de sus pies.
Sólo se deja acariciar la musa
cuando la daga del silencio se convierte
en esquila o estradivario de los hados,
enjaulados en el estruendo de la mente
cual si fuesen batallones de soldado
que desfilan con orgullo hacia algún frente.
*

PERDIDO EN LAS TINIEBLAS.
*
Al borde del abismo en el vacío
es como el péndulo de una campana,
Así se hallaba la sombra de mi alma.
El frío de la noche me atraía
al espacio de un hierro sin memoria,
ni sentido de razón alguna.

Herido en la sombra que traspasa hasta la carne
con la espada del tibio fuego de una flor.
Pero mi alma se encabrita
porque no quiere morir en el hastío,
mudo de la yedra que, trepa a la muralla
de los ojos malheridos del ocaso.

Flota mi alma al filo del abismo
y el secreto se empaña con el dulce,
amargo de un vino dorado como el oro.
A lo lejos un ápice de cordura
deja salir a través de un espejo
el rocío que vierte tal locura.

Se desliza, como una llama de fuego,
como una muerte blanca sin suspiro.
¿De que muerte me hablas compañero,
de la muerte del yazca que corrompe
lo que pisa de aquello más sincero?
¿O de la muerte que al nacer
se extiende en las sombras del abismo,
en cada instante de cualquier amanecer?

De cada momento o minuto que respiras,
¿esa muerte que consume hasta el frágil tejido.
La angustiosa muerte de cada suspiro,
de cada momento de agonía
que se adentra como yedra en el camino
de cada minuto, de cada hora o día?

Esa es, la muerte que se fabrica
con las espadas de la sinrazón
del corazones contritos y sin alma.
Encallecidas por las manos del silencio
o por los surcos del frío de la frente
o del aíre caduco en las blancas sienes.

La que vas arrastrando sobre la llagada
frente, en los surcos de las murallas
de unos ojos sin lágrimas.
Esa es la muerte más agónica
que sin verle la sostiene en la espalda,
como el reflujo del aire que respiras.

Por eso cuando veo en la distancia
la tenue llama de tus ojos,
es cuando mejor comprendo la voz
de tu mirada enternecida como abrojos.
Esa voz que me grita sin palabras,
traspasando el corazón y el alma,

con las punzadas de un aire hiriente
que se deja internar como una rueca
en lo más intimo de la frente
donde mis auras quedan inermes,
con sus alas ahuecadas por la muerte
que a cada instante, repite tu nombre.

Como si yo tuviese prisa
para hallar ese fatídico fuego
que en las esquilas del abismo penden,
como el simple sonido del perfume
de una amarga flor silvestre,
de una paloma sin alas,
o el llameante estío del otoño
sin el verde, amarillo y sin fragancia.

Una mano necesito compañera.
Solamente una mano sin sonrojos
y que me lleve hacia el espejo
donde vea tus labios ojos.
Lo que me sería más que suficiente
para nadar en las aguas dulces
de tus mares, transparentes.

Con una mirada de tus ojos encantados
y una mano de tu piel celeste,
me sentiría el mejor dotado
para combatir a la silenciosa, muerte.
Pero a la muerte se enreda en cada paso
de un modo sigiloso e indiferente.

FRÁGIL COMO UNA PLUMA.

Frágil como una pluma.
Sensible como una flor.
No fue tan sólo el quererte;
fue mucho más, aquél amor.

Tan sólo con conocerte
para mí, fue luz del sol.
Fuiste agua trasparente
que endulzaría mi amargor.

Fuiste y eres la musa
de esta pluma e ilusión.
Eres la aurora y la excusa
que dá vida a mi interior,

cual notas de melodías
que rubrica tal pasión.
Fuiste, la mayor alegría
que inundó mi corazón.

Por ello en cada mañana
y en la postura del sol;
aún estando muy lejana
vive en mi pecho tu amor.

Porque no puede morir
la luz que emana del cielo,
ni las estrellas, ni el mar,
ni en la luz que dá un Lucero,

ni el alba al despertar.
Sí acaso en el pensamiento
cuando dejas de pensar;
a pesar que, no habrá muerto.

Cuando sean mis manos yertas
y mi pluma sólo un hielo,
vivirás en mis poemas,
En tierra y del cielo

Navegáremos en los mares
y más allá de todo tiempo,
en los más bellos lugares
donde no hace sombra el cuerpo

y volveré a improvisar
sin tinta de algún tintero
y te diré una vez más
sin palabras, ¡Qué te quiero,
cada día mucho más!
*

TAL VEZ FUE EN LA PRIMAVERA...

Aún no puedo precisar
si había nacido ya la primavera
o caminaba libre al despertar.
Lo que si recuerdo y vivo está,
es que fue la vez primera
que vi tu pelo volar.
Aquella hermosa cabellera
de rubio y fino azafrán.

El aire sé que dibujaba en tu veste
olas que siempre dije yo, del mar.
No vi el color de tus ojos
por la distancia quizá
o porque escondías la mirada
trémula al verme pasar,
sobre aquella yegua blanca
al regresar de labrar.

Tan sólo por un instante
cruzamos nuestras miradas
y no supe reaccionar.
Te dije, –hola, sin mas
y tu como una amapola
me contestaste igual.
Tú, tenias trece años
yo tan sólo uno más.

Fue la primera vez
que sentí frío en el alma.
Tiritó como una pluma
como aliento al respirar.

Fue una extraña sensación
la explosión de tu mirada.
Como un volcán en erupción
despertó en mi corazón
lo que nunca imaginara.

No hablamos apenas nada,
con un hola, nos bastó
para firmar el compromiso
que el cielo nos regaló.
Ni con los años, ni el viento,
ni con los rayos del sol,
se han podido borrar
aquella llama de amor.

Sigue viva en la distancia
como el fuego en un crisol;
donde quedaron fundidas
dos vidas en un corazón
y no abra quien las divida
mientras vivas tú o yo,
o haya una primavera
donde creciera alguna flor.

miércoles, 19 de mayo de 2010

¿SE HAN HECHO ESTA PREGUNTA?

¿Se han preguntado alguna vez
de que color el viento
o la estela del amor?
Yo les puedo responder.
El viento tiene un color
semejante al pensamiento
y el amor es una flor
que su aroma llega a dentro
del alma y el corazón,
como la luz de una estrella
que está más allá del sol
que el fanal que ella destella
se baña en el ancho mar
cual si fuesen lentejuelas
que galopan en las olas
sin montura, y sin espuelas.

El viento tiene el color
que la pluma del poeta
derrama del corazón,
el amor es una puerta
del cielo hecha calor
de un desconocido fuego
que se deja acariciar
por los pinceles del alma
cuando dibuja hasta el fondo
a dos seres que se aman.

Ellos pueden contestar
de que color son las aguas
del más dulce manantial,
de cenicientas aladas,
de montañas de cristal,
de la explosión del silencio
que el dolor suele ocultar
para no herir al que aman.

Ellos pueden responder
cuando el fuego no se apaga
del interior de sus besos
de que color el la miel
que se fabrica en el pecho
del hombre y la mujer,
cuando la sombra del viento,
ya no es viento, es el placer
de mantener la bandera
hasta el final del ciprés,
donde las sombras más negras
no podrán nunca romper
el calor de las estrellas
que se fundió alguna vez
con el fuego del amor
en un tierno amanecer.

lunes, 17 de mayo de 2010

¿TU SABES LO QUE ES SOÑAR?

Simplemente es un fuego
que se apaga al despertar.

¡Cómo parecen los sueños
a veces una realidad!
Son las sombras, personajes
que van de acá para allá.

Se extienden hasta el otrora
como un espejo difuso
en un marco sin cristal,
donde galopa la noche
a la grupa de un fanal.

Se extiende en el silencio
de espacio sin densidad,
donde huracanes sin viento
besan hasta el iris sideral.

Aún sabiendo que es un sueño.
de él, no te puedes despertar
porque los labios de la noche
y tus difusas manos,
piensas que puedes tocar
la sombra del pensamiento.

Allí es cuando intentas estrechar
entre tus brazos el tiempo.
La luz, de la realidad
se desvanece en murallas
como nubes trasparentes
que flotan en la densa oscuridad:
y entonces, los labios inexistente
no están en ningún lugar.

El llanto se extiende amargamente
sin saber como llorar.
Porque los ídolos que habían ante ti
sólo están sin mente, en la distancia
sin voz, ni fuerza para gritar.

Sueños que se mueven como cobras
y sabes que el pasado no es presente,
porque la voz de la sombras
dice que es inexistente.
Es semejante al graznar de una alondra
de aquellos seres que un día
se fueron al más allá,
y dejaron sus acaricias en algún sueño

que sólo viven, en tu pensamiento
con la misma nitidez
que cuando tenían el cuerpo.
Hoy son tan sólo juguetes
con las que quieres jugar
con las garras de los sueños,
dormidos en la realidad.

Entonces, ay, entonces
es cuando se cubre la noche
de la yerta oscuridad,
iluminando recuerdos
que olvidaste de qué están:
porque quedaron perdidos
en el fondo de un desván.

Allí donde duermen las palomas
que ya no pueden zurar,
porque han perdido las alas
y jamás podrán volar.

donde tu alma impaciente
busca sin poder hallar
lo difuso de la mente,
donde no puedes llegar.

Porque las espadañas de la luz
te borran la claridad,
de ese dulce amargo, sueño
que pronto se perderá,
para dar paso a lo cierto
del cotidiano penar.

Ese sueño que tuvieras,
durante horas, te golpea el alma
haciendo un castillo de mentiras
que un día fueron verdad.