lunes, 30 de marzo de 2020

MIRADAS SIN HORIZONTES.

      
         Miro y veo que soy nada.
        ¡De una estrella sepultada!       
        Ni siquiera el resplandor
        de una vela apagada.
        ¿Para qué he nacido yo
        si no sirvo para nada
        que pueda darle sabor
        a esta vida condenada?
        Condenada en el dolor.

        ¿A caso no estaba Dios
        para mandarme una estrella?
        ¿O no sé, escuchar la voz              
        cuando me habla de ella?
        Tal vez en mi, otro hallan dos
        gozando mi estrella, bella.
        Perdón, te pido Señor
        por maldecir a mi estrella.

         Miro y veo que soy nada
        de las flores o del mar,
        ni siquiera una mirada
        que me pueda consolar      
        a mi alma desolada.
        Sólo me queda el llorar
        con el dolor de la espada
        que hasta me impide el andar.
 
                                            Lloro por coger el viento,
                                            el rocío de las montañas.
      Y en cambio mi pensamiento
      me destruye las entrañas
      y solo tengo el aliento
      de los ojos sin pestañas
      que se estrellan en la muralla
      de un grito que dice –¡calla¡

      Voy buscando entre la gente
      un lugar donde abrevar
      de su fuente transparente
      y sólo puedo encontrar
      el desdén eh indiferente
      que no me atrevo a expresar,
      para no correr la suerte
      que pueda herir a los demás
 
                                            Miro y veo que soy nada
      de la sombra de una luz
      que diera una pincelada
      a las llagas de una cruz.
      Talvez de mi alma quemada,
      o que no ve en el cielo azul
      que mi estrella está apagada.
      Pero allí, me esperas Tú;      
      que junto a ti esta mi amada.
                   
      Por lo que espero tu llamada,
      para surcar el cielo azul
      aún sabiendo que soy nada.
                         *

 

sábado, 28 de marzo de 2020

NO CREO QUE SE VANIDAD.


Sin duda que sé muy bien de la
opinión de detractores del siguiente
tema.
Dichas personas que no debo de
sensurar. Me sonríen al argumentar:
–esta semana santa os habéis
quedado si procesiones:
–No, no estáis en lo cierto, y sabéis
porque tal afirmación. Por la sencilla
razón que para mi es la más verídica
que vamos a conocer, si es que llegamos.
A caso os parecen pocos los cristos que                 
sean crucificado en estas inolvidables
fechas. ¿Puede ser el misterio de la pasión?
No, creo que no puede ser más real.  
Por lo que este año, lo anticipo en unas
cortas fechas, para publicar el reiterado
poema de cada semana Santa;  el que
deseo que llegue acompañado de mi más
sentido pésame a los familiares de esos
“cristo” que nos han dejado.
Del mismo modo, les mando un fuerte
abrazo a los entregados samaritanos
de todos los sanitarios, ¡que Dios os
vendiga¡…  
                 *

La Crucifixión de Cristo.
Quise abrir una ventana
de mi corazón dormido,
cuando pasaba el cortejo
de nuestro Señor herido.

Tuve miedo ¡Sabe Dios!
porque en aquellos sayones
que al Creador fustigaban,
también me encontraba yo.
Mi  brazo estaba escondido
en las sombras de la muerte,
cómo un lobo malparido.

Y es que me sentí uno más
en medio de aquella gente 
que gritaban con Caifás,
¡Crucifícale, crucifícale Pilato
ya que es un criminal!
Sentí vergüenza y espanto
cuando  en sus labios escuché
–"Padre mío, perdónales"
 
                 Ya no sentía dolor
es asco lo que me daba
cuando escuche aquella voz
que aun así me perdonaba
y hasta creo que me miró
con gran amor y bondad,
como siempre lo hace Dios,
la cual me hizo temblar.

Me fui detrás de la chusma
que seguía Al Redentor,
y apenas si encontré fuerzas
para pedirle perdón:
y es que el dolor y la vergüenza
no me dejaban ser yo.
De pronto fue la amargura
cuando de bruces cayó,
cual si fuese una criatura
de la tierra, en vez de Dios.

Llegamos al Gólgota
y en medio de aquellos gritos   
oí, a su Madre llorar.
Me sentí aún más maldito
al ver que no hacía nada,
para liberar a Cristo
de dicha masa malvada.

 
               Aún creo escuchar los martillo
               que los clavos golpeaban
y unos silenciosos gritos
cuando a Cristo desgarraban
la carne ensangrentada
de sus manos y los pies
y la herida del costado
cual un manantial de sangre
que nos hizo estremecer,
a todos y, a Nuestra  Madre.

Abrí aquella ventana
y ante ¡Dios me arrodillé!
Pedí que me perdonara
por haberle sido infiel
cuando me necesitaba,
a Jesús lo abandoné.
 
Aún voy manchando su cara,
porque jamás supe ver
las veces que me perdonó
lo que le ofendió mi ser.

Señor mío, ¿estaré ciego
o es que mi alma no ve
que camina hacia un fuego
a donde sólo tendrá sed?

                 No, no creo que sea ceguera,
más bien creo, que es el egoísmo 
de un ser que todo lo espera,
sin sembrar ni un solo trigo
en Tu benigna pradera.
 
                ¡Señor! El tesoro que poseo
que de tus manos heredé,
sé que es el mayor trofeo
que yo te puedo ofrecer;
limpio como un camafeo
para ponerlo a tus pies.

Aunque diga que no veo,
Tú sabes que sí, sé ver,
pero dejo que el deseo
se imponga a cualquier deber...

viernes, 27 de marzo de 2020

A ESOS SABIOS IGNORANTES.

                    

Permítanme que les diga
a esos sabios gobernantes
que van enterrando vidas;
las vidas de nuestros padres
sin controles, ni medidas.
 
                                           Recuerdo que antiguamente,
los bandidos y ladrones,
vivían en las montañas,
y hoy vemos tantos indecentes
gobiernando nuestra España.

Digan ustedes qué piensan
sabios de nada e ignorantes.
¿Es qué no sienten vergüenza.
Por sus actos criminales?
Al no proveer con certeza.

Si, a ese sabio del coleta,
que pronto tendrán dar,
sin duda, dudosas cuentas.
                                           Cree que no sabemos, ni andar;
                                           Se va a llevar una sorpresa
                                           cuando empecemos hablar.  
                                                                                                            
Un dolor insoportable
me abrasa el corazón,
cuando veo a eso miserables
gobernando la nación
que legaron nuestros padres.
 
Pero lo que más me duele,
es ver morir tantos hermanos.
Por unas manos homicidas
al no dar lo necesario
a los que van quemando sus vidas
de tantos héroes sanitarios.

Dios mío, nada quiero para mí,
en mi ochentinueve cumpleaños;
tan sólo poder creer y sentir
que todo ha sido un engaño
de un sueño que no allegado a existir.
                      *

martes, 17 de marzo de 2020

YAHVÉ, ESPERANZA y DULZURA.

     

                  Yahvé, esperanza y dulzura
                 ¿Quién dijo que Tú eras Él,
                 el portal de miel más pura?
                 ¿Llave de un panal de miel?

                 ¿Fuego sin nombre o mujer,
                 y sólo desnudo y sin luz?
                 ¿No vino la luz de Él,
                 mandando su Hijo a la Cruz
                 con la amargura de hiel
                 y con los azotes de  Belcebú?

                 Resplandecieron los soles.
                 y se apagó la oscuridad.
                 No habían criaturas, ni flores,
                 ni en el mar profundidad.
                 Hoy tenemos los caminos y soles
                 y de Dios, su mano y fraternidad.

                 Busco, rebusco y no encuentro
                 y miro sin saber mirar.
                 ¿Adónde duermes, Yahvé,
                 en el sol o estás en el mar?
                 ¿En las estrellas tal vez,
                 o quizá en el más allá?
 
                 ¿Estás en los corazones
                 con tus hijos dando paz
                 o vives en las pasiones
de la buena voluntad,
                 o sólo en las canciones
                 hechas para Navidad?

                 No parare de buscar
                 la llave de la dulzura.
                 Cuando me marche de aquí
                 buscaré en la eternidad,
                 sí no te encontrará allí,
                 buscaré aún más allá.

                 Recorro grandes llanuras
                 y no paro de buscar
                 sin hallar una abertura
 que me pueda consolar.
     
                 Sólo encuentro tu dulzura,
                 pero quiero ver tu Faz.
                 Yo sé que aún no hay criatura
                 que te pudiera mirar.

                 Te vemos  todos los días
                 en las semblanzas de paz,
                 rebosante de alegrías.          
                 Y yo me empeño en buscar
 muy distante en fantasías
 a tu Morada real.
            
                 Sin Ti, ¿De mí, qué sería?
                 Quizá una brisa del mar
                 o una luz de cualquier día
 sin ser capaz de alumbrar,
 al no ser melancolía
 o zozobras de un pesar.     

                 Te busco en el coral,
                 en el ceno de las flores,
                 cuento la arena del mar
                 y te busco en los colores
                 del arco iris, ¡y es igual!

                 Algunas veces te escucho
                 en el llanto de un zagal
                 o  en madre que lo amamanta,
                 o en la música al cantar,
                 en el sol que se levanta
                 en éste y otro lugar.
                 Yo no sé, por qué me aguanta:
                 –¿Te ríes, al verme buscar?

                 Descendí en otra vuelta
                 a la parte opuesta del sol
                 y me encontré unas puertas
                 formada de dos en dos,
                 al abrirse una de éstas
                 vi un grande resplandor.

                 Pero no vi cara alguna
                 en todo su alrededor.
                 La luz más fuerte que el sol
                 era una inmensa laguna
                 que vi con gran estupor
                 y volar mi corazón como pluma
                 sin sentido de razón.

 Al sumergirme en los todos
                 pude llegar a la nada
                 donde habían mugres y lodos.
                 Sueño en grandes cabalgadas
                 para llegar de algún modo
                 hasta el fin de tu morada.
                 Allí gritaré ¡Yahvé!
                 ¿Estás en montes o campiñas?:

                 -Sí, te escucho alguna vez,
                 estoy en caras de niñas
                 en el hombre y la mujer,
                 en las flores y en el llanto
 y tú, no me sabes ver.

Siempre, sigues igual de ciego
cual si fueras un bebé.
No dejaras de ser lego
aunque  lleves al papel,
lo que yo, pongo en tus manos,
de lo que es la verdad,
la que vas despotricando
sin llegarla a valorar,
del amor a tus hermanos                    
lo que te mando entregar:
                –Sueño con buscarte a  Ti,
y hasta que te pueda ver,
no me sentiré feliz.             

                 Sé que  actúo como un niño
                 que busca donde no estás.
                 Pero trato con cariño
                 a toda la humanidad
                 con el don que Tú, me das.
         
                  Sentí una voz a lo lejos:
                 –Levantas mucho los ojos
                 sin ver que estoy a tu lado.
                 Y sí que ves los despojos
 que te llegan del pecado.

 Cada vez que caes, te cojo
 y hasta me meto en tu piel                                 
                 y en tus lágrimas me alojo
                 porque tú, eres mi propio ser,
                 y cuando lloras, me enojo:

                 –Yahvé, ya no voy a buscar más,
                 voy por caminos torcidos
                 sin pensar que vas conmigo.
                 Te busco en lo escondido,
                 y hasta ahí no sé mirar.
                 Eres mi mejor amigo
                 y eres mi piedra angular.

                 Déjame andar contigo.
                 Acompáñame, Yahvé;
                 soy como el hijo perdido
                 que volviera alguna vez,
                 como las aves a su nido
                 a postrarme ante tus pies.

                 Voy buscando sin razón
                  y siempre fuiste conmigo.
                 Te quiero pedir perdón
                 como aquél hijo mendigo,
                 con todo mi corazón.
                 Eres mi mejor amigo
                 y me calmas el dolor
                 siempre que hablo contigo.

                 Al despertar, ya no busco
                 porque sé que estoy con Él,
                 y me lleva de su mano
                 a la grupa de un corcel.
                 Por el sendero más llano
                 hasta encontrar a mi mujer.
   
                 Señor, ya se donde estas;
                 en la brisa de los mares,
                 en los montes y las praderas.
                 Tu eres la mayor verdad
                 que el día que yo me fuera,
                 viviré, luna cierta realidad

                 Ya sé, quien eres, Yahvé;
                 Eres la luz de mis ojos;
                 Eres mi sombra más fiel.
                 eres fuerza de mis manos
                 las que llevan sobre el papel
                 mis sentimientos humanos.
                                  *