Es evidente que he sido un
peregrino
que desde el mismo día en que
nací,
anduve por desérticos caminos
y hoy que ya es supuesto fin,
puedo decir sin dudar
que me hallo de regreso
a mi verdadero hogar.
Mi vida sólo fue un puente
que me ayudó a cabalgar
a la grupa de la muerte
que me lleva al más allá,
donde sé que hay una fuente
de dulce felicidad.
Si duermo, no me debéis despertar,
a lo sumo recordarme
como una estrella fugaz
que alguna noche muy tarde,
quiso destellar bondad.
Y tan sólo recordarles
mi gran deseo de paz.
*
Rogelio García Galindo.