jueves, 9 de enero de 2020

LA PALABRA HECHA CARNE.

                

        La palabra hecha fuente
        del Espíritu de Dios.
        Vino a formarse en un puente
        desde más allá del sol.

        La rechazaron la gente,
        sin saber que era el dolor
        que sembraría en nuestra frente
        el más sangrante estupor.

        La palabra puede ser,
        talvez la piedra angular,
        o la orden del poder
        que se le da a un militar
 
        "La palabra se hizo carne"
        y no se llegó a escuchar.
        La palabra fue la sangre
        que bañó la humanidad.
        Y el hombre, hoy grita ¡Madre!
        Líbranos de esta agonía
        y ayúdanos a despertar
        con las palabras que un día
        no quisimos escuchar.

        Antes que la profecía
        nos lleve a la oscuridad:
        la palabra que vendría
        a salvar la humanidad.
 
       Y la lacra e hipocresía
        que el hombre con su dudar
        se sumerge en fantasías
        para ocultar la verdad.

        ¿Hasta cuándo? Yo dirí
        si tuviera voluntad.
        ¿Hasta cuándo el alma mía,
        es igual que las demás?
         
        Dios mío,
        quiero ver la claridad.
        Engendro de Tu palabra
        desde aquella Natividad.
        Y el voltario de hombre
        sepa aceptar tu bondad.

        Quiero entender Tu palabra,
        Dios mío, en el corazón
        y que el hombre la entendiera.
        con la voz de la razón,
        para que el mundo no ardiera

        con una espada de fuego
        y que tu manos prendiera
        al hombre que vive en la Tierra       
        con llamaradas del cielo,
        hasta que este terruño fuera
        como una hoguera de amor,
        del corazón de la Madre
        y que el don de tu calor
        me ayude a no ser cobarde,
        para pedirte perdón.

        Quiero llevar tu bandera
        aunque sea en forma de cruz.
        Quiero pastar en tu pradera
        contigo en el cielo azul
        cuando se apague mi vela,
      y si por ventura fuera
        digno de Tu gratitud,
        dame un segundo siquiera,
        para que halle la luz
        que nublara mi ceguera
                  *   

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