miércoles, 15 de enero de 2020

CUANTAS VECES HABRÉ LEÍDO.




¿Cuantas veces habré leído

las mismas páginas,

las mismas palabras,
los mismos consejos,
los mismos reproches?
Infinidad de veces         
 
                            y aún no he podido conseguir
pronunciar  tu nombre,
ni recordar tus azules ojos,  
y hasta el azafrán de tu pelo,
y la seda de tus labios rojos,     
se me han perdido en la mente.

No sé, si fuiste una ilusión
enredada  entre los sueños
como una yedra fugaz
que pasó sin darme cuenta;

y hasta he llegado a pensar,
si yo, seré una quimera
en el fondo de un abismo,
sin principios, ni final;
más allá de un negro olimpo
sin fanal en la oscuridad.

Donde no llegarán nunca
la sonrisa de algún ser
que soñando me dijera:
–Sueña si quieres soñar.

Pero jamás te diré
si un día fuiste real,
sólo te dejo la opción,
si  eres  capaz de llegar
a hurgar en el corazón
 de ese supuesto fanal:

–¿Han pensado alguna vez
si al penetrar con los ojos,
a una rosa o algún clavel,
llegas a producirle daño?
Prueba y verás sus despojos.

Y obtendrán más de una vez,
tristeza  en sus aledaños
y más amargos que la hiel,
que a subes, nos hacen daños,
dentro del alma y el ser.

Los ojos, son dos cuchillos
 capaz de romper una roca.
 La piedra son dos chiquillos
que destruyes con la lengua de la boca;

la que se empleas como martillos
que destruyen lo que tocan.
Siempre pensé que el amor
fuese fruto del cariño: 
y hoy razono como un niño,
sin saber con que pudor,
he de pisar en el camino,
que me ha regalado Dios.
                *

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