Dejarme ocultar el rostro de mi pecho
en los lodos de la noche eterna.
Dejarme dormir en el yerto lecho
aunque sean las sombras de cavernas,
escondida más allá de los deshechos
donde brillan los cerrojos de cadenas.
porque es la imagen de un pecho muerto.
Dejadme consumir las espinas de mi sino
en la infranqueable frontera del
aliento,
donde suenan el timbres de un ayer,
cautivo,
bajo la bandera de un hoy que llora sin
motivo.
Cuando traspase las murallas de la muerte,
dejadme poner unas siglas en la aurora,
porque en ella brillará mi corazón y
mente,
fundidos con la maldición de aquella
hora,
que quise hacer, con los sueños algún
puente,
para llegar a morderle a Pandora.
Si escucharan que alguna rosa llora
en los páramos de la fantasía.
Sería la señal, del día y la hora
que mi sueño en la tumba yacería.
Qué nadie me despierten a deshora,
ya que las sombras volarán con las
poesías.
Si,
con el viento mezclado en las cenizas;
y en los ojos de la noche, y ya sin prisas
les diré, hasta pronto a ustedes con
sonrisas.
*
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