Mención especial para el poeta,
Gustavo Adolfo Bécquer.
*
Decías muy sabiamente.
" ¿A quién
mano estrechará?
¿Quién
vendrá aquí a llorar
cuándo
me lleve la muerte?
¡Una
oración!
¿Quizá
la murmurarán?"
Tus
párpados se han secado
¿Quién
los llegara ha cerrar?
***
SEAN
ESTAS MIS RESPUETAS.
*
–Yo
siento aún que tus manos
dibujan
sobre el cristal,
los
sentimientos de humano.
Como
la abeja al panal
pusiste con tu pluma miel,
para que en el tiempo,
sea un fanal.
Quisiera estrecharte, hermano
en mi
longeva vejez.
Joven,
te fuiste temprano
con
las fibras de tu piel,
pero llegaste
anciano
al
vivir un hoy y un maña otra vez.
Tus
pasos en este mundo
nadie los podrá borrar.
Tu
sueño siguen desnudo
como
ninfas en su altar.
¡Espera! Adolfo, un segundo
que,
ya te podré abrazar.
Cómo
quisiera Juntar
el
pasado y presente
y
juntos poder hallar
los
dos puntos adyacentes,
y poner un beso en tu frente,
como
hoy al recordar
te
mando el más ardiente.
Tus auras siguen flotándo
hoy lo
mismo que un ayer
y tu
alma está volando
en un eterno amanecer.
Siempre
serás recordado,
porque
vives en el papel.
Empecé
hablando contigo
como
un simple recordar.
Luego fui como un mendigo
hasta
tu fuente a abrevar.
Hoy te
hablo como amigo
que
por ti, llegué a llorar.
Llorar
sí, y bien lo digo
aunque
no sepa rimar;
de lo
que fuiste testigo
con la
rima universal.
una
flor de la ambrosía.
Fuiste
un ateneo en la tierra
al
convertir la poesía,
en la
leyenda selecta
sin
usar la fantasía.
¡Qué pasaste por el mundo¡
Nadie
lo puede dudar.
Tu
esparciste la semilla
del
poeta sin rimar,
convirtiendo en maravilla
nuestro orbe sideral,
con la
estrofa más sencilla
y
ricas en su caudal
y como
yedras crecieron
en
toda la humanidad.
Ya vives entre los muertos
la
plena felicidad.
Ya
eres libre como el viento
porque
vives en la paz,
con tus
nobles sentimientos
por
toda una eternidad.
Gustavo Adolfo Bécquer,
tus
cenizas duermen ya,
pero
tu alma y tu pluma
nadie las podrá acallar,
porque
tus obras son puertas
que
abren un manantial
a los
sencillos poetas
que
viven en la actualidad,
Adolfo:
–No
intento darte amargura,
ni
pienses que hay vanidad,
en mis
sombras de escritura;
sólo
intento en semeja,r
en lo
posible a tu figura
*
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