jueves, 10 de octubre de 2019

MI GENIO PERRO.

           

        Un día estaba en el templo
         haciendo alguna oración
         por las acciones que yerro.
        Yo le decía al Señor
        ¿Por qué no me matas el perro
        que increpa al segundo yo?

         Me pareció el escuchar:
        –¿Y si viene algún ladrón
        con qué te defenderás
        sí te mato a ese animal?

        Debes de aceptar el consejo
        de no mirar para atrás,
       de aquello que quedo lejos,
       el mañana importa más.

        –Señor, yo no lo se dominar,
        me sorprende a cada instante
        y me hace quedar mal
        delante, mis semejantes.
        –Mejor le pone un bozal
         no le des, tiempo a que ladre.

        Teniendo siempre presente
        de llamarle por la buena,
        sí no llega a obedecerte
        le tiras de la cadena
        y le aprietas el bozal,
        antes que aumentar tu pena,
        ¡No mates a ese animal!
 
         Sin él, serías un vegetal.
        Tu nobleza está probada
        igual que tu yo, animal.
        Nunca le vuelvas la espalda
        que te volverá a ladrar.
        No te impacientes, ten calma
        que tú lo conseguirás
        sí quieres salvar el alma.
 
        Muchas veces eres tú
        y culpas al animal.
        Porque me ves en la cruz,
        crees que me vas a engañar.
        Es hora que pongas luz
        donde hay oscuridad.

        –Todos tenemos un perro
        que se nos suele escapar.
        En algunos un gamberro,
        en otros un criminal.
        No debes matar tu perro
        es mejor el escuchar
        de algún viejo los consejos
        y le podrás domesticar:
 
        +Ya no seré mas cobarde
         si me quieres ayudar
        y le dejaré hasta que ladre
        apretándole el bozal.
        Y si acaso alguna tarde
        me llegara a traicionar,
        me acordaré de su padre
        aunque me haga llorar.
                 *            

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