jueves, 9 de febrero de 2017

FUEGO DE SAN VALENTIN.

      

       Si  el agua del corazón
       se dejan bañar por el río del amor:
       el alma se viste con  las estrellas,
        en el mar de ese lejano confín.
        Y cabalgan sobre frutos de leyendas
        que legó, Santo San Valentín.

        De ahí que el fuego del amor
        se abrace con un beso
        en las aristas encendidas de la boca.
       Aunque el cuerpo del amor no tiene peso
        pero puede deshacer hasta una la roca
       del corazón y alma del más travieso,
       y se refugia en el fragor que nadie toca.

        Tan sólo las caricia de miradas
        pueden prender el fuego del encanto.
       Como luz de las estrellas
        o en el jardín del arrayán o el amaranto.
        Porque el fuego del amor, es un jazmín
        que a veces produce hasta llanto        
        si no crees en San Valentín.

         Cuando se nada en el lago del amor,
        de sus aguas se respira la dulzura
        y embriaga al corazón, tal esplendor
        que  muy cerca  está de la locura;
        al  cabalga más allá de la dulzura
        donde el grito del silencio dá calor,
        al delirio abrazador de la hermosura.

         El amor no tiene sombra,
        longitud, ni densidad,
        ni nadie puede apagar
        esa  luz, de una inmensa claridad
        que San Valentín, nos da...
                         

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