viernes, 25 de noviembre de 2016

A LA IMAGEN DE MI ESPOSA.



Te quedaste mezclada con mi sangre,
o como gotas del rocío en las rosas.
Se quedó como un grito de su imagen
tatuada en mi pecho como diosas,

se derraman los suspiros de tu boca
en el lago de mi pecho cual torrente
y a través del calor que yo recibo,
del más allá, de los muros de la muerte
Puedo con respeto y sin dudar
que en mi ser aún sigue vivo
esa fuente de caudaloso manantial
que siempre sé, que va conmigo,
más allá del más allá...
               *

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