viernes, 13 de febrero de 2015

LA BUSQUÉ CON MUCHO AFÁN..



Puse mi afán en buscar
una cruz que no pesara,
para poderla llevar
con la sonrisa en la cara: 

Probé de muchos tamaños
que en tal busca  pude hallar.
Las que no me hacían daño,
no me dejaban, ni andar.

Rogué al Cielo de su ayuda
para cambiar mi cruz,
y en su respuesta muda
creo que encontré la luz.

Dios me llevó a un almacén
donde habían miles de cruces     
y me dijo: –Pruébate
aquella que más te guste.

Como un niño de seis años
empecé a jugar con ellas;
vi una que su tamaño
me pareció la más bella;

reducida y manejable
y apropiada a mi ambición.
Su peso, insoportable,
se clavó en mi corazón.

Al cogerla del estante,
pensé que sería ligera  
a pesar de que era grande
por su preciosa madera.   
                             
No me había equivocado,
fue tal cual lo imaginé.
Pero quedé desolado
al enredarse en mis pies. 

Probé de miles de ellas
que al principio me gustaban,
y en cambio muchas de aquellas
en mi espalda no encajaban.

Al final de una jornada,
hallé un prodigio de cruz;
¡sencilla y acomodada
como en la noche la luz!

Contento como un infante
a mi casa me marché,
y oí que decía alguien:
–ya veo que la encontraste.

–¡Sí! Satisfecho contesté;
encontré la que buscaba
y nadie podrá entender
¡cómo la necesitaba!

–Hijo mío, está muy ciego,
no pretendo defraudarte.
¿No has visto que con tu juego
cogiste la que dejaste?

La cruz que mando a los hombres,
siempre es la más coherente,
tanto al rico como a pobres,
aunque nunca diferente.

De ahí que sea esa cruz
la que más dé tu medida;
la cual será como luz
para el resto de tu vida.

No veas en cruces ajenas
lo que en realidad no son.
Todos arrastran sus penas
con dolor en el corazón.

Si alguna ves que blanquea,
no pienses que es su color,
son disfraces y panacea
a consecuencias del dolor
y para que nadie los vea
que lo llevan sin pudor.
                *

No hay comentarios: