Voy a pedirle a los reyes
que me traigan una muñeca
que sea semejante a ti.
Con los mismos labios
rojos,
suaves como el jazmín
y que el fuego de sus ojos
quemen lo que hay en mí,
de amor que oculto en
silencio
en las sombras de mi pecho
como a una diosa intocable,
ya que le daría la muerte
a quien osara mirarte.
Sí me complacen los reyes,
juro que le haré un altar
a esa muñeca viviente
que he llegado a imagina
La que va en mi pecho
hierve,
con la furia de un volcán.
Y suspiros sin despertar
a una realidad inerme.
Compadécete de mí
muñequilla de ojos
bellos,
para que pueda seguir
soñando aunque del viento
que pasar cerca de mí
derramando movimientos.
¡Con los cuales, yo soy
feliz!
*
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