No entendí lo que pasaba,
al menos por esta vez.
Salí de la habitación.
Pensé
que estaba soñando,
la gente
hacia oración.
yo, les
seguía contemplando
y nadie
en mí sé fijó.
!No
entiendo que está pasando!
Contemple el ancho mar
mientras
miraba en el puerto.
Volví la cara hacia atrás
y vi a mi cuerpo inepto.
Pensé que estaba soñando,
¿Sueño, vivo, o estoy muerto?
Nada me
impedía hablar.
Grité, y nadie me escuchaba.
¿Por qué llora tanta gente
sí aquí no a pasado nada?
Sentí sudor en la frente
y nadie me la limpiaba.
¿Soñaba o
estaba muerto?
Me encontré un guapo doncel,
todo vestido de blanco;
él me cogió de la mano.
Yo, me impresioné de él.
Le pregunte:
–¿adónde vamos?–
Pero él no contestó,
se expresó con la mirada.
Volamos por las estrellas
¡que hermosa tal cabalgada!
Me mostró cosas muy bellas
cual indescriptible gozada.
La
gente que me velaba
las
intenté consolar;
pero nadie me escuchaba.
Gran pena todos me daban
y grité, llamé y lloraba
y ninguno me sentía,
ni yo, sabía que pasaba.
Cuando llegué aquel puerto
diciendo –¡misión cumplida!
en el más loco desierto
que Dios me a dado por vida.
Sentí el sueño de un muerto
sin saber qué mi partida
era un éxtasis supuesto.
Al
doncel de rubio pelo
no
le pude ver la cara.
¿Será algún ángel del cielo
o mi Martín qué lloraba?
¿Será la mano de Dios;
o será mi sombra helada?
No
quisiera despertar
si por ventura soñaba
si tal muerte era real:
yo quiero verle la carade aquel hermoso doncel
que con dulzor me trataba.
Soñaba, ¡no estaba muerto!
era pura fantasía.
El día que esto sea ciertoquisiera que mi agonía,
fuese igual que en este cuento
adornado de poesía.
Pues cuando llegue ese evento
seré puntual ese día.
Convencido estoy que es cierto.
*
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