lunes, 8 de abril de 2013

ES UNA PUERTA CERRADA.

   

         Es una puerta cerrada
que entumece mi interior,
porque no hay una ventana
que deje pasar el Sol
y que dé luz a una esperanza.

          Bien sé, que hay un fuego vivo
que me da aliento y calor.
Pero mi ser dividido;
¿cuál mitad de ellas es peor?
¿La que cierra los oídos
para no escuchar a Dios?

         No sé para  que he nacido,
ni por qué el Creador
a mi ser lo ha elegido.
Si sólo soy un montón
de un esputo corrompido
de desagradable olor. 

         Cómo quisiera Escucharte
sin cuestionar Tu candor.
Y sembrar cada mañana
las semillas del amor
en toda puerta  y ventana
que llevo en el corazón,

          y deje que pase Tu Soplo
como los rayos del Sol
y que sepa darle un poco
a los hombres el calor,
con la miel que Tu me inundas,
sin merecer tal favor.

         Hay veces que hasta me asusta.
¿Qué es lo que he hecho yo,
para obtener tanta ayuda
del Espíritu  de Dios?
Sólo he sembrado amarguras
sin pensar en el dolor
que le hacía a otras criaturas;
con la lengua sin pudor.
 
    Señor,
         quiero que abra esa puerta
que el incrédulo cerró
y los fuegos de Tu diestra
que quemen al otro yo.
                *

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