miércoles, 27 de febrero de 2013

UNA NOCHE YO SOÑÉ.

  


Una noche yo soñé
que hablé con Miguel Hernández.
Como un niño me asusté
al ver que quería arañarme.
Me preguntó muy amable,
por algo que aún no sé: 

    –¿Por qué pintas sombras negras
    en blanqueado papel?
    No ves que son como piedras
    con fauces para morder,
    como si ellas fuesen fieras
   que hieren a quien las lee?.

   Si miedo sentí en el sueño,
   su pregunta aún fue peor
   al sentirme tan pequeño,
  me retorcí de dolor
  que hasta se me cambió el ceño
  y reventé con furor: 

    –Escribo porque me gusta
      y porque es mi obligación,
      derramar toda pregunta
      que duerme en mi corazón.
     Y que en lúcidas catacumbas
     “algún dios las sepultó”. 

      No culpes a quien no existe
     de tu mala formación.
     Yo como tú, fui pastor
     que sufrió, cual tú sufriste,
     pero imperó la ilusión,
     aunque mi final fue triste: 

     -No sabes como lo siento
     lo que un día hicieron contigo,
     aquellos que en  un momento
     y con rencor de enemigo
     sepultaron tus talentos;
     yo desde aquí les maldigo.

     Es cierto que fui un labriego,
     pero también es verdad
     que dentro del hombre lego
     puede existir ansiedad
     de propagar como un fuego
     ese don que Dios me dá,

     a manera de juguete,
     para que pueda llevar
     al lector que hay en la gente,
     las aguas de algún caudal
     que a ese dicho contingente   
     les deleite el paladar:

     –Me consta, que todo es cierto,
      por que derrochas amor
      con tu obtuso pensamiento;
      pero le falta candor
      al interior del contesto
      que tú prende sin calor. 

  –Yo sueño que alguna estrella
      venga  un día a darme luz
      que pueda encender con ella
      lo mismo que hiciste tú,
      alguna poesía bella
      aunque sea en el senectud:

   –Lo tuyo, es  enfermedad
       o más bien  una osadía 
       que me atrevo asegurar
       que en ti, anida la envidia,
       como a tantos al pensar
       que crear es fácil lidia.

   –No sea cruel conmigo
       compañero de fatigas,
       ya que siempre fui tu amigo
       e imploré al más arriba
       que perdone al enemigo
       que te arrebató la vida.
     
      Aquellas bestías salvajes,
      masacraron a  su hermano
      con los mayores ultrajes;
      que tan sólo los humanos
      de realizar son capaces:
      bañando en sangre sus manos.

   –Rogalin, me ha convencido
      tu forma de razonar
      y me siento arrepentido
     de haberte juzgado mal.
     Ahora sé que tu sentido
     es de un poeta total.
 
     ¡Me desperté acongojado!
     de aquel sueño con Miguel.
     Con el pecho traspasado
      y de dolor me arañé
     el  cuerpo de lado a lado,
     por lo que hicieron con él.
 
     Pero la idea que tenía
     de mis poemas Miguel,
     me sumergía en la agonía
     que jamás tuviera un ser,
     porque hundió mi fantasía
     en cloacas de la hiel.
 
     Perdí la fe y la esperanza
     cual si fuese maldición,
     y miré a lontananza
     donde buscaba un rincón,
     por sí Pandora  en su danza
     de mi pluma hizo un bufón.

Sí lo hizo, la maldigo,
porque ella me convirtio
con su hazaña  en mendigo
y a mi Aedo confundió,
cual si fuese un enemigo
de la pluma y de mi Dios.

Si algún día por ventura
encontrará el candor
que me negó en desmesura
Pandora de resplandor
y a mi pluma de dulzura.
Juro que a dicha criatura,
le muerdo en el corazón.
                 *


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