jueves, 28 de febrero de 2013

ME BEBERÍA LOS DESTELLOS.



          Me bebería los destellos
del espejo en que te peinas,
y la sombra de tus auras
y hasta los ojos de la luna
que acariciaron tu cara;
y después haría un escudo
a forma de una muralla
para que nadie te roce
con fuego de su mirada.

         El día que llegue el sol
a lastimarte la piel,
me comeré sus entrañas
y después, lo pisaré
hasta que no quede nada
del destello de su ser,

          ni un reflujo de su alma,
aunque me convierta en río
y el cielo me condenara
a caminar siempre ciego
en desérticas  montañas,
ni aún así, se secará
la fuente que hay en mi alma

           de la miel más suntuosa,
aunque prohibida a los labios
de un pecho que se desgarra
con la espada del olvido
que duerme en el cenotafio
de un muerto que anda vivo
en tinieblas hecho pedazos;
al seguir con las caricias
tan prodigas de tus brazos.
             *

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