La
distancia es un espacio
que
separa, apenas nada
del
camino por andar.
Es el
filo de un espejo
que deja
pasar la luz del tiempo
apoyado
en las alas de la noche
y que va
surcando las esquilas
de su
propio pensamiento.
Y el pensamiento
que cierra
los ojos
que, ya no tiene,
con el
que llega a acariciar la sombra
del
beduinos recuerdos.
Allá, en
la profundidad de un desván
retorcido
en las garras del silencio.
Y el
silencio grita sin
llegarle
a despertar,
aquellos
labios sin brillo
y los
ojos acristalados
que no
ven la claridad
de la
distancia dormida
en los
brazos de la paz.
Esos son
los sueños que cabalgan
en
las sombras de una nada.
*
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