Frágil como una pluma.
Sensible como una flor.
No
fue tan sólo el quererte;
fue
mucho más aquel amor.
Tan sólo con conocerte
para mí, fue luz del sol.
Fuiste agua trasparente
que endulzaba a mi amargor.
Fuiste y eres la musa
de
mi pluma e ilusión.
Eres la aurora del día
que despierta en mi canción.
Notas de una melodía
y
en mi pecho la pasión.
Fuiste, la mayor alegría
que
inundó mi corazón.
Por ello en cada mañana
y
en la postura del sol;
aún
estando muy lejana,
vive en mi pecho tu amor.
Porque no puede morir
la
luz que emana del cielo,
ni las estrellas, ni el mar,
ni
la luz que dá un lucero,
ni el alba al despertar.
Sí
acaso, el pensamiento
cuando deja de pensar;
al
pensar que tú, no muerto.
Cuando sean mis manos yertas
y la pluma sólo hielo.
Vivirás en mis poemas
entre la tierra y el cielo.
Navegáremos en los mares
y
más allá de los tiempos,
en
los más bellos lugares
donde no hacen falta cuerpos
y volveré a improvisar
sin
tinta de algún tintero
y
te diré una vez más,
sin
palabras. ¡Que te quiero!
No hay comentarios:
Publicar un comentario