lunes, 13 de febrero de 2012

QUISE ENROLARME EN EL VIENTO...

     Quise enrolarme en el viento
      para rescatar tu imagen
      de las garras de los tiempos.
      Y cuando encontré el cristal
      de aquel marco sin espejo,
      sentí ganas de llorar.

       Porque tu cara era otra
      tatuada en las fronteras
      del espacio intemporal.
      Y te llegué ha preguntar:
      ¿Por los recuerdos de un rostro
      que me dio felicidad
      lúcida ante el espejo
      de aquel marco sin cristal?

      Eran como rosas blancas
      con aroma de azahar.
      Eran como una paloma
      secuestrada por el mar.
      Y ahora no encuentro el nombre
      para poderla llamar
      y ya no queda  de ella
      ninguna forma real.

      Me está engañando el espejo
      con su cóncavo cristal.
      Y de aquella noche fría
      sólo me queda una luz
      sumergida en la poesía,
      que apenas si el cielo azul
      me dota de fantasía,
      para que arrastre una cruz.
   
      Círculos, rayos y cruces
      que en la noche se deshacen         
      con garras de falsa luces.
      Y no comprendí que hacías
      en ese extraño lugar,
      cuando sentí que mi nombre
      alguien empezó a gritar
      y sin labios respondía.

      ¿Qué estoy haciendo Dios mío,
      es qué el tiempo vuelve a tras?
      Fui mayor y ya soy crío
      y hasta deseo jugar.

      Encontré muchos mayores
      que también volvían atrás
      y revivían con las flores
      que muy secas estaban ya.
      Y de pronto fue el reloj
      quién me obligó a despertar,
      de aquel sueño de amargura
      que no llegué ni a soñar.

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