jueves, 16 de febrero de 2012

FUEGO QUE ARDE EN EL PECHO.

      Como corona de espinas
      tejida sobre mi frente.
      Como puñaladas finas
      sin llegar hacer la muerte.
      Es una pasión sin encanto
      de una felonía inerte

      que sangra el alma en el llanto
      por la herida de una lanza
      que sembró hasta el desencanto.

      Es la postrera venganza
      de un arrullante camino
      que gira sin esperanza,

       del perdón de lo Divino
      que espera con Vuestra ayuda
      no beber más de ese vino.
      Esa mentira tan cruda
      que rompe una ilusión,
      aun gritando, sigue muda

      dentro de mi corazón
      que rompió una primavera
      su equivocada  pasión
      que tanto yo presumiera
      de llevar como estandarte,
      una flamante bandera.

      ¿Cuánto tendré que llorarte
      entre tinieblas y el viento?
      ¿Cuánto tendré que implorarte

      para salir de este evento
      sin brújula ni medida?
      Mejor quisiera estar muerto

      que vivir la amarga vida
      sumido en la oscuridad,
      sin entrada, ni salida.
      Quiero saber la verdad.
      ¿Por qué sangra mi costado,
      por orgullo o bondad?
      Voy sintiendo los pecados
      del mundo entero en la piel,
      de un infierno dislocado.

       ¿Como apagar ese fuego
      que dá el roce de la flor?.
      Quiero huir y siempre llego
      a un estridente dolor.
      Llamas prendida en un juego
      que nadie puede apagar.
      Sólo se extingue con fuego
      y la miel de algún panal.
      Que vengan cielos enteros
      a tratar de remediar
      ese calor efímero
      que el alma quiere evitar.

      Y mi cuerpo todo entero
      anda buscando el llegar
      a las cenizas del fuego
      donde se quiere quemar.

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