Yo bien
sé que eres tú,
porque los besos de las sombras
dejaron
huellas en mis labios
y aunque la noche, confunde,
siempre supe
que eres tú.
La que derramas en mis sueños
la dulzura del recuerdo
de manantiales de aguas
cristalinas
que en nuestros brazos
durmieron,
cual los chorros
de una fuente
que tantas veces probamos.
¡Qué digo yo! Una fuente no,
una catarata caudalosa del amor,
acariciada por las alas del suspiro
que va salpicando con las gotas de la noche
el tópico palpitante de los sueños.
Cuando, ya cansado cierro los ojos
en la clara y silenciosa oscuridad
de los gruñidos agónicos de la mente.
–Muy bien sé
que fuiste tú,
quien acariciaba la
pluma de mi hada
y la que colma de alegría
lo que derramo de los sentimientos
que hay en el espacio de toda mi poesía....
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