martes, 3 de mayo de 2011

TREBOLES Y CUARTETOS

Una noche vi caer
cuatro lágrimas del Cielo,
en páramos de alcacer.

Cuando llegaron al suelo,
eran como una canción
que acaricié con anhelo.

Sin alma en mi corazón,
desgarraron a mis ojos
las uñas de sinrazón.

Eran cuatro rayos rojos
de diferente color
y a mi carne sus abrojos

la cubrieron de dolor.
De un dolor sin amargura
de un dulce, amargo sabor.

Yo diría que era locura
lo que en mi alma sentí,
con aquella luz tan pura.

Una lágrima, era el viento
que despejaba la mente,
dando luz a mi pensamiento

de claridad trasparente.
y de impresionante calor
de inspiración sugerente.

Otra, se paró en mi frente
y me hizo escuchar la voz
del corazón y de la gente.

La tercera eran dos,
unidas por una estrella
y en la estrella estaba Dios.

La cuarta, era muy bella
con diferente candor
a la anteriores, a ella

sí, daba más resplandor
que pudiera dar el oro
y me cegó su esplendor.

Me enamoré del tesoro
que tenía ante los pies,
y aún por él suspiro y lloro.

Eran como cuatro luces
que iluminaron el mar.
Tenían forma de cruces.

Lloré por las amapolas,
por las flores y el coral.
Lloré por aquellas olas,
sin luz de ningún fanal.

Cuatro lágrimas hermosas
en mi navío bergantín,
cual los brazos de una diosa
y sentí miedo a seguir.

Sentí miedo de morir
en medio de aquellas luces,
porque sin querer yo vi
que las lágrimas eran cruces.

que llegaban al decir
¿Acaso no nos conoces?
SI somos parte de ti,
Y en tu juego somos dioses.

Entre arañas del dinero,
del lujo y el bien estar.
Cuando los veías pasar
te quitabas el sombrero.

De los dioses sin medida,
difíciles de saciar
en éste mundo y la vida,
aunque nuca son real.

Cuando vi aquellas lágrimas
que eran un río sin caudal,
se iba inundando mi alma,
sin sed de tal manantial,

de tantos sueños lejanos
que duermen en la agonía
y que al ser, tan veteranos
me ahogó la melancolía.

Quise ponerles cerrojos
a las puertas de mis penas.
Sangre, brotó de mis ojos.
Producto de esas cadenas.

Aquél dolor no era nada
en la pena, que me inmola,
porque va acompañada
de la mano de mi LOLA
y de su tierna mirada.

Me abraza al amanecer
con la luz del nuevo día.
Me besa al atardecer
con la dulce melodía
de sus labios de mujer.

Aquellas lágrimas mías
son de hoy, igual que ayer.
Son mi pan de cada día
y en ellas quiero poner
con mi yerta fantasía,
una rosa, un clavel
a la esfinge de mi esposa

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