lunes, 9 de mayo de 2011

ME CONVENCIO LA VERDAD.

Yo sé que, Él es mi padre.
Todo se lo debo a Él.
No existe nada ni nadie
que me pueda hacer volver
a lo que fui de cobarde,
cuando no le quise ver.

Aquel día que lo negué,
fue la mayor cobardía
que un ser pueda cometer.
Perdonó tal felonía
y aún no puedo comprender
el amor que Él, me tenía.

Quisiera volver a nacer
para hacer mi vida un sueño,
del que nunca desperté,
y que me sienta pequeño
que a nadie pueda ofender,
y mucho menos a Él.

Por lo cual intento hacer
de mi ser un hombre nuevo
que jamás pueda ofender
a Dios que bien sé que llevo,
fundido, dentro de mi piel,
cómo el metal ¡Compañero!.

Sólo le pido riquezas
de las palabras y de amor.
Y cuando siento tristeza;
le digo –¡Gracias, Señor!
Por acordarte de mí
y aceptar esta oración,

la que nunca he de omitir
en ara de las criaturas,
que a pesar de un gran sufrir,
siempre te dirán ¡Te quiero!
Con lo cual soy muy feliz.
¡Tú sabes que soy sincero!

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