El poeta es como un marinero errante
que navega en las sombras del amor
y busca en las corolas de la flor,
el placer del furtivo caminante.
El poeta es condenado y delirante
desde ante de nacer, por el dolor
y se pierde sin saber cual el color
de la aurora o del cielo más brillante.
Es un alma entregada a la poesía
y se esconde en las cavernas del papel,
convirtiendo con su pluma la ambrosía
y la fragancia de la rosa y el clavel,
en la fuente de ilusiones cada día
donde abreva en el dulzor de toda miel.
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