miércoles, 23 de marzo de 2011

COMO A UNA JOYA PRESIOSA

Yo he visto a una mujer llorar
y abrirse como una rosa
sus brazos de par en par.
Eran gritos de una diosa.

–Basta ya de libertad,
una esposa es una cosa
que se debe respetar
como a una joya preciosa.

No comprendo las parejas
enamoradas que se rompen,
antes que su luz, dé resplandor.
Presiento y temo que hoy el hombre
no se une por los lazos del amor.

Las almas enamoradas son zafiros
que jamás se pueden dividir.
Porque aún el joyero no ha nacido,
ni el artesano ha podido construir
el cincel afilado en fino, filo,
para que el brillante se pueda destruir.

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