viernes, 18 de junio de 2010

NO TENGO NADA QUE HACER

No tengo nada que hacer
y mucho menos qué decir.
Se ha terminado el papel
y la pluma de escribir.

Pasan recuerdos lejanos
sin acordarme que hoy,
siguen frescos en mis manos
y no sé, ni lo que soy.

Todos los días me digo,
se fue mi vida sin ser,
y hoy que soy, nunca consigo
el mañana poder ver.

El vivir sin un consuelo
es un modo de morir.
Pero llorar sin pañuelo
no se puede concebir.

¿Por qué dejo para luego
los frutos de ser feliz?
Luego la vida es un juego
en un círculo sin fin.

Los ayer, ya son muy viejos
y el hoy empieza ha crecer.
El mañana está tan lejos
que quién, le vera nacer.

Con recuerdos hago un puente
para cruzar el desierto
del pasado hasta el presente,
con sombras del pensamiento.

Sombras que fueron un día
su luz, antorcha de fuego,
hoy ya son melancolía
del débil viento de ábrego.

Pasó y se fue sin verle
sin saber si existió.
¡Quién pudiera retenerle
y entrar en los brazo de Dios!

No tengo nada que hacer,
ni tampoco qué decir,
sólo pensar en saber
lo que soy y lo que fui.

Unos rasgos en el papel.
Una sombra del vivir.
Sólo lo ha de saber Él
en el principio del fin.

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