lunes, 14 de junio de 2010

NO SÉ, SI LA ENCONTRARÉ.

No sé, si la encontraré
pero sí que les prometo
que el alma le arrancaré
a ese hado mal oliento
y le haré volver otra vez.

A mi musa sin candor
no la busco para amarle,
ni para pedir un favor.
La busco para enterrarle
y poder salvar el honor;
él que me entregó mi madre
con el mimo de una flor.

Aunque el amargo, baladre
me traspase el corazón:
no quiero, ni recordarle
a ese maldito ladrón
que en el filo de la tarde
me ha convertido en bufón.

Es una musa perdida
que me gustaría encontrar.
Porque ha marcado mi vida
y me va haciendo llorar,
ya que siempre está escondida
en sombras de un muladar
y cuando la veo asomar
abre en mi pecho una herida
que no se puede cerrar.
Me deja el alma partida.
Partida en dos mitad.

Voy maldiciendo la hora
del día que la conocí,
La mimo como amapola
que florece en mi jardín
y cuando la veo que llora
me marchita la ilusión
y no sé, como tratar
a esa bella maldición
que no es, capaz de callar
lo que ve en mi corazón.

Se mantiene entre mis manos
sin dejarse acariciar.
Vive en mil mundos lejanos
y en lo profundo del mar
cual las nubes de veranos,
estruendosas sin pluvial,

La repudio, y necesito
de su luz la claridad
y hay veces que hasta le grito
cuando estoy en soledad,
recordando lo bonito
que duerme en la oscuridad
de lo que siempre repito.
¡No sé, si me entenderán!.

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