lunes, 7 de junio de 2010

ME ESTOY HACIENDO MAYOR

Me estoy haciendo mayor
y por eso no comprendo
al que está a mi alrededor.
Tal vez, yo sea un aedo
cuya sombra es de dolor,
o quizás yo sea el Averno
que no supo dar el calor,
el que voy siempre pidiendo.

No hacen falta grandes cosas
para dar felicidad.
Simplemente unas rosas.
Un te quiero ¡Hola papá!
puede ser lo suficiente
para llegar a colmar,
parte de algún continente,
de un alma en soledad.

Cuando yo veo la gente
que llora y llora sin cesar,
deshecha amargamente
por esa causa normal
que es la sombra de la muerte,
en el trayecto final.
Siento ganas de morder
ya que sólo, es vanidad.

Vanidad y algo de hielo
en el corazón vacío,
Ya que aveces, el consuelo
es afluente de un río
del tesoro que tuvieron
y que hoy, ya se ha escondido
más allá de los luceros.

Esto nunca me ha impedido
distinguir con claridad
el oscurecido olvido,
carente de alacridad:
para dar flores en vida
al que hoy suelen llorar,
en la tumba compartida
de una fría realidad.

¡Qué lastima madre mía!
esas personas me dan
Ya que la misma agonía
también la degustarán,
cuando lo piensen, un día
y entonces ellos dirán
que no se lo merecían.
Sin llegar a valorar
que fue lo que sembrarían.

Ya sé que no es la maldad,
es simplemente apatía
lo que nos hace olvidar,
el felicitar un día
los padres o las mamás.
Mientras estos repetían.
¿Cómo pudimos engendrar
sierpes de tal felonía?

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