Quiero mirar las estrellas
y mis ojos no las ven.
Yo quiero mirar la luna
aunque sea una sola vez
antes de acallar mi pluma
y que se paren, mis pies.
Quisiera invertir el tiempo
de la fría realidad,
para convertir mis sueños
en diáfana verdad.
Y ensangrentar las murallas
con las miradas de paz.
Allí donde duerme el alma
con bordón de fantasía
y se deja acariciar
en brazos de noche fría.
Sumergida en el lugar
de esa madre, tierra mía.
Quisiera tener una esponja
capaz de poder borrar
las espadañas siniestras
donde germinara el mal,
el dolor y la amargura
y el desprecio a los demás.
Barrería de la tierra
las sombras de los cañones
y convertiría la guerra
en marciales batallones
de parameras y florestas
sin diplomas o galardones.
Y después de estas reyertas
sembraría todo el suelo
de manantiales y trompetas
y hasta abriría del cielo
todas las secretas puertas
más allá de aquél lucero.
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