Quisiera ser como un niño
pintado jarales verdes,
adornado con montañas de
cariño
donde las mentiras
muerden.
Señor, me gustaría jugar
con las cometas en vuelo,
he imitaría al alcatraz
y trenzaría en el cielo
de guirnaldas un collar.
Con las cosas de la vida
que no se pueden fundir,
a esas qué dejan heredas,
le bordearía un sonreír.
Quiero jugar y volar
junto a las brisas
marinas.
Quiero cantar y llegar
libre como golondrinas
más allá de lo imposible,
donde sea verde la nieve
y al viento fuese accesibles.
Pondría sobre la tierra
una alfombra de cristal
donde no existieran guerras,
sólo paz, como la miel de
un panal.
las sombras de la maldad
y sustituiría los tiros
por canastas de bondad.
Pondría en los
pensamientos
montañas de santidad
y con espadas de viento
eliminaría la vanidad.
Pintaría con dulzuras
todos lo agreste y enjambre,
donde yacen las
criaturas,
muertas de frío y de
hambre.
Pondría
sobre la esfera
una muralla de amor,
con una sola bandera
que llegara su esplendor
hasta las sangrientas fieras.
Y cuando hubiera
inventado
las concordias sin
cegueras,
quisiera estar enamorado
de todas las cosas
bellas,
de la flores y de los
prados,
de los luceros y
estrellas
y de los mares dorados.
Y jugando llegaría
a construir un castillo
donde la noche y el día,
saltase como un
chiquillo.
No habría más noches frías
sólo montañas de amor,
donde, ya las felonías
no radiaran su calor
y con Dios, jugando,
jugando
saltaría de flor en flor
y yo, me iría volando
a jugar sin estupor,
con las flores y su
encanto,
el viento y la luz del día
y derramaría mi llanto
con lágrimas de alegría
*
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