Una noche tuve un sueño
que parecía
realidad
y entonces
sentí ansiedad
de irme al
cielo a volar
y abrazar a
las estrellas
antes de
empezar a pintar
un lucero de cristal.
La estrella se hizo alondra
y con ella
cabalgué
a donde no
habían sombras,
ni luz en la oscuridad,
ni tan
siquiera un suspiro
de una frágil
claridad.
Entonces me
desperté
con lágrimas
de amargura
y hasta creo
que lloré
cuando vi que tal
pintura,
eran rasgos en
un papel,
de la mayor
desmesura
y quise dormir
otra vez
para buscar la
dulzura
que en el
sueño pude ver.
Y entre sueños
yo busqué
aquel sueño
que perdí
y tan sólo
pude encontrar
un desecho de
un pincel
con el que
quise pintar
en las
estrellas tu tez.
Ya que un pintor me prestó,
con el que
quise pintar
una luna y un sol
mayor;
donde los
niños jugaban
haciendo tartas de miel
y que sus
rostros brillaban
saturados por
comer
y las guerras
se libraban
con espadas de
papel.
Ya que en los sueños la muerte
no tenía donde
aparcar.
No había
maldad en la gente,.
sólo sonrisas
y bondad;
como aquel
sueño que tuve
cuando fui, al cielo a pintar.
*
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