lunes, 13 de abril de 2020

LA LIBERTAD DEL VIENTO.

 

        Cómo te envidio, hermano.
        Para ti, no hay frontera,
        ni nadie que con su mano
        detenerte a ti, pudiera.

                                             Vuelas en páramos verdes,
        en montañas y praderas
        y tu figura se pierde
        sin que nadie, a ti te viera.

       La noche no te detiene,
        ni los mares, ni el desierto.
        Entras donde te conviene
        sin pudor en el pensamiento.

       Te hablas de tú, con las hadas
        y las flores diferentes.
        Para ti, no existen nada,
        para acaricias a las gentes.

        Vas deshojando amapolas
        a la dalia y el clavel;
        pero siempre vas a solas
        sin saber lo que es la miel.

       Te envidio porque tú tienes
        lo que yo, no he de tener,
        libertad en tus manos y sienes
        y nadie te puede ver.

        Andas en la soledad,
        hermana de mi quimera.
        Yo no entiendo tu verdad
        ni comprendo tu  ceguera.

        Eres libre entre las flores,
        en las nubes y en la mar.
        En el iris y sus colores
        eres su amante, al bramar.

       Tu juegas con los navíos
        y con las olas del mar.
        Mientras yo, ando perdió
        sin tener donde llorar.

        No existe calor, ni frío
        que a ti, te pueda asustar
        y yo que soy igual un crío
        contigo quiero jugar.

       Ya sé, que es un desafío
        contigo querer hablar.
        Yo  te doy lo que es mío
        cuando me dejes volar.

       Te entrego hasta los ojos
        mi llanto y la soledad.
        Te doy de mí, los abrojos,
        por tener tu libertad.

        El alma no te la entrego,
        ni tampoco el corazón.
        porque a Dios, yo se la debo
        como ser de su creación.
        Y en florales se la llevo
        entre llanto y la oración.
 

       Te dejo tu libertad
        para que puedas volar,
        en lo cercano y lo lejos.
        Para mí, tu vanidad
        solamente son reflejos
        de un sueño, sin despertar
                  *

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