Intento hablar
con los poetas
que duermen en
las entrañas de la tierra
y no hallo sus
respuestas.
Porque las
lenguas de ellos se han dormido
y cuando
duermen los poetas,
el silesio de las calles los despiertan...
Porque ellos
sembraron en las noches
un sol,
radiante que ilumina como estrellas
a los que no,
quisieron veles antes.
Yo bien sé que
soy, un simple ciego
derramado en
el asfalto de la calle,
pero las esquilas
trasparentes de mi alma,
al tratar de imitar
a los que con su fuego dejaron;
tanta belleza inmortalizada
en sus huellas.
Pero donde
quiera que pise un poeta
se seguirá
respirando limpio aire.
Por que
ellos bordaron las poesías
con los
pinceles del amor,
cual si fuesen
los de un ángel.
Que con cuchilladas de fuego
para que los
hombres hablen
de qué color
es el viento,
el amor, la fe
y la esperanza.
No seguiré
gritando ¡compañeros!
porque no me
escucha nadie,
y si alguno de
vosotros me escuchara,
es que una
tumba se abre
y en la
respuesta me invitan
entre muchos
comensales
a que entre
sin gritar
a compartir
los frutales
de tantos
huesos dormidos
que no son
penas de nadie:
¿Por qué no
dejar que duerman
sin tener que
importunarles?
Duerme con
ellos Miguel,
Neruda y los Machados,
duerme
Cunqueiro y Guillen,
José
Hierro, José Cela,
y tantos más
que se han dormido.
Pero ninguno
esta muerto
porque las
puertas del cielo
con vuestras
obras se abren
Aquí os pongo mi nombre
oculto como
una sombra
del viento en
las tinieblas.
Y cuando
llegue el silencio
que ni yo,
mismo comprenda,
no remuevan
mis cenizas
y mucho menos
las vuestras
del abrazo de
la tierra;
esas que
guardan y se olvida,
cómo si nada
existiera.
Cuando lo
cierto y real
es que no
existe una fuerza
capaz de
borrar las huellas
que dejaron inmortalizados
a los poeta
Por crear el amor y la pureza.
Solamente son superados.
Por la más
Supremas Fuerza
de las manos
del Creador
que con fervor
nos aguarda
en el quicio
de su puerta...
*
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