Sí dijese que es cariño
les estaría mintiendo.
Sí dijera que es amor,
tal vez sería el de un niño
que nunca tuvo una flor.
Si dijera que es olvido,
no diría la verdad.
Es algo desconocido
que alcanza perpetuidad
en mi corazón herido.
Nos fundieron a los dos
juntos con un alma y pecho.
Cuando se funde una voz
no quedaría bien hecho
si no lo aprobará Dios.
No se ha inventado palabra
ni medida en el amor
que pudiese compararla
con la dulzura y candor
que abrasa mi pecho en llama.
Me
voy bebiendo la hiel
que se cruzó en mi camino
porque se perdió la miel
que un día el don Divino
me entregara aquél clavel.
un día me la encontré
a las tres sobre mi puerta
y aquí, yo la desperté
ya que no estaban muertas.
Empecé a gritar ¡Mamás!
Y se me inundó hasta el alma
de tanta felicidad.
Vi que del cielo bajaba
una inmensa claridad
al gritar Mamás, Mamás:
–Qué cerca que estáis de mí
y no os puedo tocar.
La tres, empezaron a reír.
Cada una, en su lugar,
con un mismo corazón
con la misma intensidad
que va rozando el dolor,
la fuerza de tanto amar.
Sí alguien me partiera el pecho
en él, podría encontrar,
el por qué estaba deshecho
de mucho querer y llorar,
por si, algún daño les hecho.
Ellas
son mis tres Mamás,
una me dio luz y vida,
otra esperanza y bondad
y ¡Ella! mi esposa querida,
me dio la felicidad.
*
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