Cuando te mires en mi espejo
contempla
bien tu retrato.
Si me
das algún consejo,
procura
que sea barato,
ya que
al mirar, mi reflejo
en los
tuyos me delato.
¿Buscas la
hastía codicia
que hay en mi
corazón?
Pues
veras que tu avaricia
no
encuentra la solución
del
presente que te asfixia,
¡Y no me
des la razón!
¿Quieres ver
de mi
los defectos
en la poesía?
Y en
cambio no ves la altura
que
alcanza tu fantasía.
Lo mío,
siendo locura
convierte
la noche en día.
No tires
nunca una piedra
sin
medir bien la distancia,
ya que
amarga como hiedra
al mezclarse
en la ignorancia.
Tal vez
sin querer tu hierra
al concederme
fragancia,
la que
es hija de la tierra
que
siempre nos dio elegancia.
“¿Cuántos veremos la paja
en ojos
del semejante
y en su
mente le amortaja?”
Sin
buscar lo de flagrante
que a su
pecho le relaja
y, hasta
me llamas tunante.
Yo no puedo
comprender
del
hombre ciertos eventos,
cuando
alardea de saber
con su
frágil pensamiento.
Yo sólo
sé el componer
o al
menos siempre lo intento.
Por lo cual quiero inventar
con los
sueños a unas criatura
que
lleguen a tolerar
mi
deficiente cultura.
¡Siempre
que sean capaz
de
exhibir cierta dulzura!
lo que
navega en la mente
y lo
intento trasladar
a aquella
sencilla gente
que se
contenta al nadar
sobre espejo
transparente.
No quiero herir con destellos
de los
estridentes labios,
aquellos
romances bellos
que
sembraron hombres sabios.
Yo
siempre, me apoyé en ellos,
porque
me son necesarios.
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario