María Dolores, mi amor,
te siento dentro de mí
cual volcán en erupción,
o el tono de un cornetín
que me rasga el corazón.
Dulce amargor que me llega
a lo profundo del alma
que de los ojos arrancan
tantas lágrimas de sangre
que por la cara resbalan
como espumas de baladre,
que hasta el aliento me abrasa.
Sé que estás en mi interior,
cómo la luz de una estrella
que está más allá del Sol,
que la luz que ella destella
se sumerge en el ancho mar,
como el viento que acaricia
los rózales y el azahar,
o como aullidos del silencio
que gritan en la soledad.
Igual, estás tú incrustada
en las murallas del pecho,
cuando se hiela mi aliento
cansando, ya de esperar;
esa llamada del Cielo,
para poderme mezclar
con las fibras de tu alma
sí llego y merezco la eternidad
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario