EL VINO
DE NUESTRA TIERRA
*
Hice un alto en el camino
para
poder descansar
con una
copa de vino;
una y otra y muchas más
y aunque
me supieron diferentes,
fueron de
buen paladar.
Probé de todas las marcas,
extranjeras y españolas.
Sólo voy
a enumerar
aquellos
más embocadas,
sin
llegarme a olvidar
de las
importantes aparcadas
en establos de la
mente.
Todas contenían dulzura
en mi
paladar sedado.
De
diferente solera
pero
agradable a la boca.
Mezclé
con el López de Vega,
los vinos
de García Lorca.
Tomé de
Fernando Omega,
confituras de su boca.
El de San
Juan de la Cruz
me lo
bebí en el viñedo
de Teresa
de Jesús.
El del
inmortal Quevedo
le dio a
mi paladar la luz,
¡O más
que luz, fue un fuego.
Fui bebiendo del Riveiro,
vino de
Jorge Guillen.
Con el
Alvaro Cunqueiro,
y todos
ellos me dieron
algo que
sació la sed.
Me cautivó aquél "Sansón"
con
donaire de mujer.
Fue, el de
Emily Dickinson
el licor
de un gran vergel
que me
arrulló el corazón
con
dulzura de su miel.
Con el
vino Gongorismo
corrí
orgías deliciosas.
¡Era rico
el Culterano!
y se hizo
encantadora
la sal de
Pedro Salinas
con quien
pasara las horas
más lucidas
y cristalinas.
El de
Agustín Goytisolo
lo tomé
con Espronceda.
También
bebí en la bodega
del Jorge
Manrique, fino
y el Garcilaso de la Vega ,
caldo,
clásico ¡Divino!
Ingerí a
Rubén Darío,
de
sabores delirantes;
eran como
un fuerte orujo
que nos
convierte en gigantes.
Y mi Pluma se condujo
como un
hado vacilante.
¿Cómo
beber de la fuente
de tan
caudalosa miel?
¿Cómo
extraer con la mente
el aroma
del clavel,
sin saber
lo sorprendente
de la
sombra de mi piel?
Aquel
peregrino oruj
que emanó de los gigantes;
me hizo
sentir el reflujo
de
sabores delirantes.
Porque
bien sé, que es un lujo
beber de
vinos importantes.
Embriagado y colocado
se duerme mucho mejor.
Soy un
hombre alcoholizado
de poemas
y del amor;
con vinos bien embocado
le da a
mi musa calor
con sus
versos soleados.
Cuando mi
alma se aleja
del
acéfalo estupor,
con la
mente de hombre enano
quiero
alcanzar el color,
al labrar
con pluma y mano
viñedos
de buen sabor.
Ríos de
sueños lejanos
le dan
forma a mi clamor.
Con la
pluma y con la manos
intento darle esplendor,
ante
todos los humanos
a nuestro
vino español.
Ríos de
sueños lejanos
metidos
en el cristal
de los
buenos artesano
que al
vino le dan señal
con lujo
sus diestras manos,
desde su
origen natal.
Y porque
soy un peregrino
me gusta
bien descansar
en
tabernas con buen vino.
Quiero
después despertar
y
emprender un nuevo camino
que me
lleve algún lugar
a degustar,
néctar fino.
*
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