miércoles, 14 de diciembre de 2016

SIENTO QUE GRITAN TU NOMBRE.

  

Siento que gritan tu nombre
los suspiros de la noche
y en los estruendos de un, ayer.
El silencio me responden
de la distancia del tiempo
que ya, se perdió tal vez
                       y con lanzas penetrante
van arañándome el alma
cuando me llaman desastre.

Qué dolor hallo en tus huellas,
cuando se adentra tu imagen
pernoctando en mi mente,
cual llamaradas de fuego
o destellos de brillantes
que hasta me adentro en tu alma.
 
Un alma, que no puede desplegar
lo que anida en su cabeza;
me hace inclinar la mirada 
y siento pudor y vergüenza.
Por si mancho con acciones
e intenciones inconfesables
de escondidas virulencias,
tras los muros de la legua
que defraudan tu memoria.

Esas intenciones ocultas
cual si fuesen destelladas
de las más feroces fieras
que hasta a mí mismo me espantan.
Y entonces busco a hurtadillas
una sonrisa del cielo,
para refugiarme en ella.
Y el cielo apenas me mira
o tal vez es que yo estoy ciego
y no veo las compasivas
que me regala Lo Eterno.

Me dejo arañar del viento,
de la luz de las estrellas,
de la carne y pensamiento
que me separan de Dios.
Y los mejores sentimientos
hasta me seca la voz
cuando llegan a destiempo,
al centro del corazón.

No sé, si estoy vivo o muerto
o soy espectro del dolor,
que hace que apeste el aliento
con deshechos del pavor,
hundidos en excrementos,
engendrados en amargor
donde el mundo me ha envuelto,
como si fuese un bufón...
                 *

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