Cómo quisiera, mi amor,
ofrecerte, un alma
limpia,
y un sincero corazón
o unas exuberantes
esquilas
que devolvieran tu
amor
a mi alma dividida
con el silencio de tu
voz,
donde duermes sumergida
cual metal en el crisol.
Ya no sé cuanta distancia
hoy me separa de ti.
No sé cual es la
ignorancia
que se apodera de mi.
Sólo sé mirar al Cielo,
por si te encontrara
allí.
Soy la sombra de un
espectro
difuminada en el tiempo.
Soy la burbuja de un viento
que falleció en la cuna
del recuerdo más
completo.
Me envolvieron los
andrajos
que siempre arrastró mi
cuerpo.
Sí yo encontrará el
camino
capaz de hacerme olvidar,
los designios del destino
que me quede por andar;
sería la felicidad
al borrarse los recuerdos
que a mi pecho hacen
sangrar,
en este agreste desierto,
sin escondite por hallar.
No me dejes, corazón
que olvide tu compañía,
ya que tú eres la razón
y la ilusión que me guía,
para mantenerte viva
dentro de mi corazón,
como una llama encendida
que da fuego a mi
interior.
La que proyecta una vida
donde estaremos los
dos,
cual una luz encendida,
semejante al propio Sol.
*
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