Pasan las noches y los días
como ráfagas del viento;
murallas y melancolías
que me obstruyen el
pensamiento.
Sueño que vivo despierto
en aras de fantasía
que hasta ignoro si estoy
muerto
dentro de una tumba fría
o en un perdido desierto,
donde siento al despertar
las caricias de algún viento
que me obligan a hasta
soñar.
Ya no sé, si fuiste un sueño
o una bella realidad,
la que yo en hallar me
empeño
más allá de la verdad.
Donde las sombra de un fuego
le da luz a la oscuridad.
Tus suspiros es el ábrego
y tal dolor es la bondad,
que alguien manda al hombre lego
para que sea el recordar
que cuando vio estaba ciego,
y hoy tal ciego te ve andar.
Andas en mi corazón
como una gacela inerme,
tatuada en la razón
que se empeña entretenerme.
Pero en las noches percibo
que duermes en mis regazos,
cual si tu aliento esté vivo
cuando te estrecho en los
brazos.
No me dejes despertar
aunque crean que soy
demente,
ya que es dulce, el alucinar
cuando acaricias la muerte,
como amiga y compañera
que con ella he de subir
al final de la escalera,
para contigo vivir...
*
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