jueves, 6 de noviembre de 2014

UNA VENTANA DEL CIELO.



Quiero abrir de par en par
el rincón y la fortaleza
donde Tu siembras  amor,
la esperanza, sin tristeza
y lo que es más,
ser hijo tuyo Señor,
sin merecer tal perdón.

Me gustaría ser un niño
para  jugar entre los dos
con montañas de cariño
y con muñecas de cartón;
 
y entregárselas a los niños
que crecen como una flor,
más allá de las murallas
de las sombras del dolor.

Y luego decirte, gracias,
por brindarme la ocasión
de ofrecerle sin reservas
a Nuestra Madre, ¡Señor! 
 
que mi  puerta ya está abierta
para ese soplo de Vos,
                                               al que nunca le di paso
                                               por temor a que perdiera  
mí cómoda situación.
                                                            *

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